M:
Emergí trabajosamente a la superficie, luego
abandoné las ruinas del Oceanus. Por
estos paisajes extremos de soledad, empiezo a buscarte. Aquí estoy, en este
atardecer final del cosmos; uno que empezó con un estruendo y ahora se pierde
en un susurro. Pero en mi corazón late todavía un sentimiento inmortal, una
pulsión banal quizás: una eterna necesidad de M, es decir, de ti. En alguna
región del mundo estás ahora; quizás todavía ignoras quién soy.
Sí, el Thecnetos existe. La
vida existe, sólo que ha tomado formas muy diferentes, pero aún conserva su
sentido último; sólo ha cambiado su estructura y es de esperar que ésta cambie
una vez más. La vida eterna es así. Al despedirme, no quiero dejar de intentar
una explicación siquiera precaria del Thecnetos: mira tú sombra sobre la pared;
eres tú mismo, pero sin cara, sin color, sin voz, sin volumen, sin vida y sin
pensamientos. Pero a través de esa sombra puedes empezar a saber quién eres.
El pensamiento humano
—este monólogo, por ejemplo— es una sombra paupérrima de la mente del
Thecnetos. Imagina de este modo cómo susurra su inteligencia en el subsuelo del
último planeta; siéntela en cada uno de tus pensamientos…
¡Ah, el Emisario! Uno de estos días te hallaré
entre los paisajes hermosos y lejanos de este mundo que se pierde; quizás te
halle mirando el horizonte con tus ojos desfondados, tus ojos intransitables.
Qué importa que el tiempo sea vasto como el vacío que me rodea; ¡millones de
millones de años he esperado para encontrarte!
No sé qué planes tiene
ahora el Thecnetos; éste enmudeció para siempre. Creo haber entendido que no
tenía ninguno. Pero el Thecnetos es un medio y no un fin y dado que yo lo
imaginé, yo podré cambiarlo. Para empezar mi búsqueda, cualquier parte es buena
dirección. Pienso primero adentrarme en el otro hemisferio del planeta. No me
desesperan los paisajes incansables que recorro y que aparecen uno detrás de
otro, siempre sin un fin a la vista. No me amedrentan los millones de días que
paso recorriendo desiertos. Calmadamente entiendo y registro el mundo, no temo
borrarme de tanto andar entre estas ruinas, ni me importa extraviarme o
desaparecer. Aún si así fuera, miles de veces podría volver a nacer, miles de
vidas podría buscar y no encontrar nada.
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