viernes, 4 de febrero de 2022

30 AYAZX ENFERMA

 


En otra hora y otro paisaje de la realidad…

 – ¡Estamos condenados a muerte! —estalló Ayazx exclamando horripilantes insultos, luego miró a M con una minúscula preocupación— tú también has sido reclutado para ese viaje al otro universo y es sólo una pantomima, un sacrificio para calmar a los que quedarán vivos —dijo Ayazx, acercándose a M y rosando con un dedo su ropa.

–Oí rumores de eso —respondió contrariado y escéptico M—, pero ¿Por qué nos escogieron precisamente a nosotros?

– ¡Sé quién decidió nuestra suerte! —Agregó Ayazx iracundo— ¿Recuerdas esos dos técnicos? el más joven de ellos, fue el que ideó esa simulación de viaje al otro universo. Debemos terminarlo, ¡esta misma noche!

M quedo atónito recordando a su Erastés a quien aún no conocía bien.

Ayazx vio la decepción en las líneas que componían el escultórico rostro de M confundido de verlo conmovido por su verdugo.

–Yo presencié con Fratedes su conversación con el viejo Thaumasios.

–No tengo otra salida —dijo M apesadumbrado por la noticia, entendiendo su condena a muerte, sus reflejos militares le ordenaron planear la muerte de L. Mientras Ayazx se acercó más a él, como queriendo protegerlo con su grueso y macizo cuerpo de la delgada y tenue muerte.

–Ya sabes cuál es la salida más simple —dijo cálido Ayazx tan cerca de M que sus alientos mesclaron sus tibiezas — Mátalo o déjame hacerlo a mí. Se rumorea que te visita en las madrugadas, nadie notará su desaparición tan lejos en las construcciones militares. Muchos saben que el éxito del experimento depende en realidad solo de él, aunque parezca obra de ese viejo Hekantokeinos. Sin el creador del experimento no podrán seguir la construcción del Mekhanes meta-dimensional y salvaremos nuestras vidas.

Y ahí se apretó con una suerte de anhelo o desesperación carnal a M.

M pensó en L y sintió el desprecio e indiferencia que este sentía por él. En sus grandes ojos, ahora rojos, se preparó a brotar una caliente lágrima, pero la austeridad de M la reprimió. Sin embargo, su boca dibujó un enternecedor gesto de amargura.

Ayazx avanzó el último milímetro que lo separaba del calor de M y en él se sintió rendido, uno y completo brevemente. Su cuerpo sobrecargado de viril masculinidad exhalaba una cargada radiación humoral. Sólo en el momento que sintió esa tibieza, Ayazx fue consciente de que sentía esa necesidad desesperad que nunca había sentido, ¿acaso era eso que todos llamaban enfermedad atávica? El terror se mezcló con el amor en Ayazx, dos sentimientos que jamás había sentido por nadie. Pero justo en el momento de satisfacer su anhelo un automático retroceso corporal de M, lo dejo de nuevo desnudo y solo. Vacío de M.

Ayazx entendió el rechazo de M y su propio sentimiento por él en el mismo instante. 

M lo miró entendiendo cabalmente, pero no pudo pensar en Ayazx, tan sólo en L.

Ayazx, perplejo, miró con una ira profunda a M y esquivando un primer deseo de golpearlo salió del locus, se perdió en el enredo de las plataformas toda aquella noche para terminar de entender aquel mal por primera vez en él.

Sobre las oscuras crueldades y sórdida inhumanidad que esa noche ejerció con las víctimas que halló en su camino y con su emocionalmente despedazado erómenos, Gerontes, es mejor callar.

 

M esperó a L que vendría como todas las madrugadas. Lo esperó con un plan terrible lleno de dolor e ira. Su profunda tristeza después se secó en una asesina cólera.

Para vivir, debía matarlo. Sus dormidos reflejos felinos despertaron.

29 Y OTRA CARTA

 


Al centro de las oscuridades del Ouranos…

 

M:

Hoy mi corazón es como el agua negra de la noche,

Que refleja las inaccesibles estrellas

Las indiferentes estrellas que le dan la espalda, pues están mirando la noche aún más alta.

y el agua, sin embargo, todas las noches las siente sobre su superficie, sin que las estrellas la toquen en verdad.

Así, yo te siento.

Imagina M, que te tomo una mano y me quedo así en silencio mirándote

Y pasan unos segundos unidos sin hacer nada.

Así es como imagino la vida eterna

Soy hoy un barco que se enrumba en la profunda madrugada

Y se deshace en ella

Así te busco ahora sabiendo, que no te encontraré

L.

28 REORGANIZACIÓN

 



 

En el otro extremo del vacío Aether…

 

     Hueca y racional, Nimis ayudaba en la organización del nuevo experimento, todas las antiguas ocupaciones fueron dejadas para el trabajo en esta nueva meta única: viajar a otro universo. Naves-fábrica llegaron de muy lejos para construir el Mekhanes meta-dimensional. Eran fábricas de fractales, flotantes industrias grandes consumidoras de energía. Pero ¿Cómo fabricar un fractal?[1] El fundamento de esta tecnología se basaba en una de las conjeturas de L, conjetura que todos pensaban había salido del cerebro de Herakón. Si un plano fuese infinitamente divisible, una línea que se fuera dibujando en él, jamás lo llenaría; pero si no, una línea que se fuese dibujando en él llegaría a colmarlo del todo y en cierto punto pasaría de ser una línea a ser un plano, aumentando de dimensión. Este principio de “densidad” se usaba en las fábricas de fractales. Así las partes multidimensionales de la nave meta-dimensional se iban construyendo. Aglomerando tiempo se podía anti-colapsar la función de onda y aumentar una dimensión al tiempo. Pacientemente y partícula a partícula, se hacia el Mekhanes meta-dimensional que iba formando un satélite artificial, aunque de engranajes y mecanismos trans-temporales. Todo el personal técnico trabaja en alguna área de estas fábricas, ocupando básicamente dos instalaciones: una en el planeta Plouton y otra en su satélite artificial que era la parte material del Mekhanes meta-dimensional. L, que había imaginado la idea principal, fue asignado a un puesto minúsculo e invisible en el plan de construcción. Ahelios ahora era uno de los ayudantes de Herakón y tenía al díscolo Ayazx para coordinar los arduos trabajos a los que las tropas eran sometidas.

Se escogió al azar la tripulación para el peligrosísimo experimento, excepto uno de ellos, que fue señalado específicamente por Herakón.

     Fratedes, Wille, Andros, Ayazx, Gerontes eran parte de la tropa destinada a probar la posibilidad de viaje al otro universo, la responsabilidad más arriesgada que había enfrentado un ser humano.

 

Mientras, M y L también se preparaban a explorar otro universo, un cosmos subjetivo y desconocido. Se veían cada noche, pero casi no podían hablar entre ellos. Sus cerebros se habían adaptado minuciosamente a sus propios mundos y eran éstos tan distintos y ajenos uno del otro que ambos eromenois no sabían nada del universo de su par, ni como pensar o actuar en él. Solo los unía el deseo irresistible de estar cerca. Eran mutuamente incompetentes y se acercaban uno al otro como tras un grueso vidrio, aproximándose desde los límites y bordes de sus propios mundos. Aun así, sucumbieron a la enfermedad atávica, tejiéndose entre ellos ese antiguo vínculo bioquímico; pero sin mezclar nunca sus dos universos ni sus cuerpos, de nomenclatura y sustancia distinta.

 

     Pero un día, siempre de modo indirecto, L descubrió que el guerrero con el que se encontraba cada madrugada había sido escogido para el mortal ensayo. Se llenó de un silencioso remordimiento y desesperación. Inútilmente trató de pedir que no lo incluyeran, pero carecía de poder para impedirlo.

 

M pronto lo sabría.



[1] Un fractal es una forma cuya dimensión no es entera, sino fraccionaria, pudiendo ser 1.4 o 3.2 etc.

27 FIN DE LA INVESTIGACIÓN



En los límites próximos a la nada…

 

     ¡Ah, las cartas! De pronto comprendí que el idioma era la clave final para resolver el acertijo. Los proto-idiomas aparecen una sola vez y para una sola persona, como dije antes. Este idioma común implicaba un vínculo entre un hombre solo consigo mismo, imposible entre dos distintos. Así, M y L eran con toda seguridad una sola persona, y además M, L y yo debíamos ser una misma persona también. No pude escapar de esta conclusión. Pero no debería asustarme; no implicaba esto locura. Estaban en mí, pero no como otras personalidades, sino como abstracciones.

     Yo había perdido la capacidad de entenderlos y reconocer con naturalidad mi relación con ellos. Me asombraba de su existencia como un hombre senil se asombra de que se le llame por su nombre, al no reconocerlo. Si la humanidad estaba en lo más lejano y agudo de su senilidad como especie, ¿cómo pensaba yo no estarlo también, siendo parte de esa humanidad? Yo era como un sujeto que va por algo y al llegar, olvida qué lo movió, o como un moribundo asombrado aún de tener un cuerpo y de que le hablen quienes ahora no conoce.

Si esto era así, no estaba enajenado, pero la vejez ya estaría muy avanzada en mí, deteriorando mi mente. Mi muerte debía estar muy próxima. Había fracasado al tratar de salvarme, no había engañado del todo a los Mekhanes, y la muerte ganaba la partida.

     Del mismo modo que la vejez de la especie nos ha vuelto a todos ciegos e insuficientes para el mundo, en mi breve vida se repetía esta lenta muerte de la humanidad.

     Persistía mi incomprensión general sobre el significado de diversos neologismos. Creí deducir su significado a veces, pero nuevas cartas contradecían los sentidos que les iba dando.

     Cuando renuncié formalmente a continuar la investigación sobre M, L y ese mundo libre del Thecnetos, ya llevaba tiempo sin creer en ella. En este planeta la consciencia de lo que hacemos no coincide con lo que hacemos, sino que sigue sus lejanas huellas. Notamos lo que somos muy posteriormente a serlo y casi sólo sabemos lo que hacíamos y nunca lo que hacemos. Habitamos y comprendemos el pasado, el presente es borroso. Quizás ahora pienso en lo que pasó hace muchísimos años y relato el pasado de otro con el que no comparto ni el cuerpo ni la mente. El presente siempre es un pendiente para el futuro de quién sabe quién. En este planeta la resignación también llega muy rápido, antes de que se dibuje siquiera la esperanza. Así que acepté que no me tocaría ver ni mucho menos influir en los lejanos M y L ni escapar del Thecnetos, si acaso existía. El Emisario era también inalcanzable.

     Me vi ajeno a ese lenguaje a pesar de su pseudo-familiaridad, sentí compasión y tal vez un poco de amor por mí mismo. Luego me consolé pensando que quizás en mí estaba dormida la facultad de entender las cartas, aunque no lo hiciese jamás y que no importaba que no las entendiera yo. Eran importantes porque tenían un sentido para sí mismas y para ese otro mundo al que pertenecían, del que extraviadas habían llegado a mí. Y eso era —creo— hermoso. Resolví no volver a engañar a los Mekhanes y volver a mis ruinas natales y morir ahí. No había podido entender por qué la realidad era así. Ni mucho menos por qué “era”. Pero ya no importaba.

     En regiones lejanas, en la punta de algún edificio muerto, iba soltando los pedacitos que hacía con las cartas ya sin leer. Fueron días de resignación y también de hastío.  Di en pensar que la incomprensión de las razones del mundo, en una humanidad carente de cualquier tipo de instrucción, hace aparecer estos y otros espejismos en la vida del hombre moderno. Así el Thecnetos nutría y aseguraba una actitud pasiva frente a la disposición y estructura del mundo. Dejar pasar y olvidar era ahora la misión del hombre.

26 UN GATO DE SCHRÖDINGER[1] DE 5 DIMENSIONES

 

En lo más profundo del espacio-tiempo…

     Los resultados del rito gnoseológico habían llegado. Se logró avanzar un nivel más la meta-filosofía y se explicaron muchos fenómenos antes oscuros, pero los Zombis Hekantokeinos estaban decepcionados, pues no bastaba para crear una tecnología de salvación a la inmediata muerte del cosmos. Los resultados se supieron y aterraron a la población. En la confianza de que era la mente más poderosa de la meta-corporación, se le pidió a Herakón pensar en una solución usando el nuevo conocimiento. Se lo liberaría de sus otras responsabilidades para que pudiere trabajar solo en esto. Éste, a pesar de anhelar la muerte de la humanidad, era fiel a las órdenes de los Zombis Hekantokeinos, la vida para él carecía de justificación o sentido y por eso la repudiaba. Pero, además, para Herakón, repudiar el absurdo y simpatizar con la razón eran ambos sentimientos primitivos, la razón debía ser sola sin empujes ni frenos de ninguna emoción. Así que aceptó el encargo de diseñar una salvación técnica como un ejercicio para su inteligencia y como evidencia de su indiferencia hacia la vida o muerte de la humanidad.

Pero consumió los días ideando sin hallar nada.

     Mientras se esforzaba inútilmente en buscar esa solución, por toda la meta-corporación se encendían rebeliones y desórdenes violentos. Luego de un largo periodo de esterilidad y de titubear morbosamente, Herakón decidió hacer algo incómodo, decidió preguntar en secreto al creador de la teoría si había previsto alguna solución o tenía alguna aplicación tecnológica para el fin del universo. Así que Herakón mando traer en absoluto secreto a L a una alta hora de la noche.

     Cuando los guerreros llegaron a su locus, el desvelado técnico L escribía una secreta carta, que tuvo que interrumpir violentamente.

 

M:

Esta noche estoy tan enamorado,

Tan injustamente enamorado.

Pero es tan buena la noche

Que está generosamente cargada de estrellas.

Qué mala suerte estar enamorado así.

Hoy confío en la malvada ciudad

Y sé que no importa cuánto corra por la arquitectura vacía de la noche.

No me perderé.

Las más dulces notas nacen y caen como flores

Mientras sus formas conspiran para darle ser y belleza

A mí afligido sentimiento.

Una belleza profunda pero indolente,

Como tú, a veces.

Estoy tan sensible, tan demasiado consciente de cada nota, de cada pausa

De esta delicada música

Que se construye y avanza como un oleaje, como un arrebato de viento.

Pero más dulces que esos saltos de la melodía

Son esos breves segundos

En que creo que me quieres.

Es bueno estar así,

Tan injusta y precariamente enamorado,

Porque sé que reservas

Un lugar y unas horas para mí

Y así tu mirada, tus tibias manos, le cederán un poco

De su belleza

 A esta noche

A las estrellas,

A la música

Que respiro y que sueño

Esta noche tan infinitamente lejos de ti.

L.

     En eso L fue abruptamente detenido y conducido al metálico locus de Herakón. Toda una patrulla de desvelados gigantes lo escoltó, entre ellos se hallaba lívido y casi demente de rabia Ayazx, que cogió burlonamente la carta y la guardo para examinarla después. También estaba el sereno y cauto Fratedes.

     Mientras L era arrastrado, la desesperanza se dejaba ver por los pasajes y escaleras públicas que recorrieron. La cuidad no tenía ni futuro ni esperanza.

     Dado que “vivían” los últimos días del universo, ningún segundo podía ser desperdiciado y angustiaba a todos elegir que hacer en ese segundo. Cada minuto ahora valía lo que realmente vale: un universo. Ayazx deploró usar sus últimos días de vida en escoltar a L, al que miró con un profundo desprecio, se prometió en secreto que si caía pronto el gobierno de la meta-corporación, asesinaría primero a L. Después se entregaría al asesinato, viviría sus últimos días haciendo lo que más le gustaba. El odio de Ayazx contra L no sólo se originaba en la humillación de servirle considerándolo inferior, sino en otra cosa muy distinta. Fratedes que vio su mirada atenta sobre el técnico, lo sospechó. Temió que Ayazx aprovechara esa oportunidad y se preparó a proteger a L de hacer falta.

 

     Rodeado de los altos y musculosos guardianes, ahora incrédulos del poder de la meta-corporación y al borde de la insurrección, L entro de nuevo al locus de recepción y sintió el deja vu de estar en el mismo lugar de nuevo: El Thaumasios estaba en su alta silla de espaldas a él, con numerosos androides-qualia rodeándolo. L, sensible y preocupado, notó que su sueño no se había equivocado, había efectivamente una escalera que llegaba hasta el rígido Herakón. Aturdido aún, esperó las órdenes del Thaumasios.

     Lentamente la silla de Herakón giró y mostró al alto Thaumasios atravesado de punzantes cables, con las cuencas de los ojos abusivamente invadidas de artefactos negros. Con ellos empezó a mirar a L acuciosamente, acaso asombrado de lo que éste había hecho.

Callado lo miró unos minutos estudiándolo.

     Sólo por formalidad le preguntaría si su teoría contenía alguna solución a la muerte cósmica. Solo por una honrada fidelidad a la meta-corporación y como prueba de su desinterés en la muerte o salvación de la humanidad.

–Lo he hecho venir porque el ritual gnoseológico ha terminado logrando llevar la meta-filosofía a una mayor profundidad. Este es un evento asombroso y un placer intelectual para nosotros. Quizás Ud. no lo entienda, pero llevábamos siglos esperando esta nueva revolución epistemológica y al parecer su teoría ayudó, aunque indirectamente, a lograrlo, lo felicito —dijo con una perfectamente fingida voz Herakón.

L fue dominado por un humilde orgullo y siguió escuchando.

Había, al sentir este orgullo, activado la primera trampa de las muchas que el anciano Thaumasios le tendería. Y con las que al final, lo vencería.

Lo lamentable —dijo Herakón con un inocultable gesto de satisfacción— es que esta revolución meta-filosófica no ha logrado crear un método para salvar a la humanidad —concluyó mostrando horriblemente sus dientes artificiales, lustrosamente negros.

¡Esta se perderá! —Dijo regodeándose aterradoramente en esa verdad— ¡Y de una vez para siempre! Ahora le pregunto a su afanoso ingenio —dijo Herakón con voz fingidamente cordial—. ¿Tiene alguna idea de cómo podríamos escapar a la muerte inminente del cosmos? —preguntó entusiasmado de saber que el concilio artificial no lo había hallado y confiando en que el inexperto L tampoco podría.

–Creo…. —dijo L inseguro de su respuesta y titubeó pues pensaba que era mejor dejar morir a la vida, la necia auto multiplicación de lo inerte siempre le había repugnado…Pero sólo en la vida podía amar a…, su emoción tomó el control por un segundo y respondió casi arrepentido—. Creo…que sí.

 

Herakón, perdió la mitad de la retorcida sonrisa que se había dibujado sus ajadas facciones. Se turbó confuso odiando profundamente a L. Se volvió todo amargura en sus negras entrañas y la decepción parecía ir matando sus viejas carnes, invadidas de partes sintéticas, también antiguas y gastadas.

–Es repugnante… —balbuceó Herakón resistiéndose a creer, decidió que debía mandar matar a L inmediatamente.

Entonces el alto Thaumasios se levantó de su trono-prisión y empezó a bajar lentamente. Aunque estaba como amarrado de cablería que invadía su cuerpo, no resistió acercarse físicamente a la triste lucidez de L.

Mientras bajaba trabajosamente las gradas, partes del recinto metálico empezaron a moverse siguiendo los movimientos de Herakón, manteniendo así su conexión a los sistemas. Pareciéndole terrible a L esta visión de la aproximación dramática del Thaumasios hasta él.

Ya cerca de L, el alto Thaumasios lo miró muy de cerca con sus mecánicos sistemas de visión y le dijo muy bajo.

– ¡Es abominable! —Y rumió un rato su furia amenazante sobre L, que por un segundo también pensó que era abominable que este horrible universo se salvara— Describa sucintamente su idea…—concluyó Herakón como queriendo matarlo usando el veneno de su amargada voz, luego lo abochorno el haber sido dominado por completo por esa emoción.

L empezó a relatar los detalles del plan de salvación. Los numerosos androides–qualia que presenciaron todo también se asombraron, llenos de esperanza, de los pormenores teóricos.

–Debemos sacar a la humanidad del universo —dijo L— y llevarla a otro que con certeza existe.

El Thaumasios ciego y lógico escucho inmóvil. Casi colgando entre el cableado y los artefactos de sustento que lo aprisionaban.

–Mi teoría sostiene que los animales meta-dimensionales no se han suicidado ni se han extinto, sino que han viajado, han emigrado a otro universo. Hay otro cosmos real y una topografía precisa entre él y el nuestro. Debemos trazar un mapa a ese transmundo al que los animales meta-dimensiónales viajaron. Debemos hacer ese viaje. Para eso deberemos convertirnos es seres humanos trans-dimensionales pues el viaje será meta-dimensional.

–Hay aún en nuestro cosmos —titubeó, pero prosiguió — cicatrices no del todo borradas, de un antiguo contacto con ese otro universo, debe haber un puente angosto hacia ese otro mundo, pero no espacial, sino epi-dimensional —culminó mirando casi arrepentido a Herakón. En el último instante sintió que el Thaumasios tenía razón, este era un plan abyecto para perpetuar el absurdo y la maldad humana.

     Herakón oyó, perdiéndose brevemente en las palabras de L, como si estas fueran efectivamente suyas, pero después deploró la novedad y radicalidad de esas ideas, no sólo porque podrían salvar a la humanidad y esto era un empleo banal de la inteligencia, sino porque esta vez, era consciente de que no habían nacido de él. Por primera vez una mente sobrepasaba a la suya, aunque fuese sólo una vez. Y no parecía ahora ser una casualidad.

–Prosiga —dijo— entristecido y golpeado, tratando de ser de nuevo indiferente raciocinio y coherencia.

–Habría que construir un Mekhanes trans-dimensional. Primero deberíamos probar un viaje de ida y vuelta con un número pequeño de tripulantes. —Comprendió entonces L que su plan incluía matar un cierto número de personas concretas para salvar una abstracción, pues para L solo existía la vida de cada humano y no la de la humanidad— Y después de conseguir hacerlo con éxito, sacaremos a toda la humanidad de este universo agonizante —concluyó contrito.

– ¿Cómo supone Ud. que se logre convertir el cuerpo humano en un objeto multidimensional? —Dijo Herakón cediendo a un desesperado anhelo de rebatir a L— La tecnología multidimensional que usamos aún es tosca e imperfecta. No sabemos realmente cómo es la multi-dimensionalidad del ser —dijo Herakón irritado y a la vez afligido.

–Ya somos seres multidimensionales, mi idea es agregar más dimensiones a las que 4 que ya tenemos. En mi teoría hay una explicación de la penta-dimensionalidad y su relación con nuestra tetra-dimensionalidad. Venerable Herakón, Ud. sabe que en un cubo hay infinitos planos, que un plano tiene infinitas líneas, y una línea infinitos puntos[2]. Algo análogo pasa en el colapso de función de onda[3]: una partícula puede ser de infinitos modos, antes de colapsar “es” de todos esos. El colapso de onda da como resultado sólo un estado de la partícula de entre infinitos posibles. Así el colapso de la función de onda es la proyección de la quinta dimensión del ser en una cuarta (la nuestra), que es el ser en que vivimos. O sea, el tiempo es la sombra de algo mayor. Ese es, creo, el puente entre la quinta y la cuarta dimensión. Por ella podríamos multi-dimensionalizarnos para viajar al otro universo —concluyó L.

–La función de onda solo se colapsa, en una dirección, de 5 a 4 dimensiones—dijo Herakón, dejando de fingir y calcular frente a L, volviéndose por unos segundos cómplice y simpatizante de este. 

–Debemos des-colapsar la función de onda —concluyó L y pasar de la cuarta a la quinta dimensión del ser.

Herakón quedo fascinado con aquella idea tan radical, incluso sintió un minúsculo orgullo por aquella idea ajena, comulgaba con L solo un segundo, pero en un nivel que jamás había hecho con nadie, se proponían hacer algo que nunca había pasado en la naturaleza, pero que teóricamente podría hacerse, era tan anti-natural, tan contra-natura que la idea lo conquistó.

–Su teoría parece correcta, pero un cambio tan radical del estado de la materia matará con casi seguridad a los primeros tripulantes —dijo con voz muy baja y llena de intriga Herakón pensando repentinamente en algo. Podría quizás mandar a L en ese primer viaje.

–Esperemos que no sean muchos los intentos —dijo compungido L—, es un infortunado sacrificio.

–Ud. Será el responsable, no lo olvide, la vida de ciertos hombres hoy vivos terminará para prolongar la vida de un concepto abstracto. Y ellos no volverán a nacer. Habla de hacer un Mekhanes meta-dimensional…se hará —dijo Herakón retrayéndose entre los apéndices y volviendo lentamente a su silla.

Un androide-qualia se acercó a L y le dijo:

–Vuelva a su locus, nosotros montaremos todo el experimento. Ud. no nos hace falta más. Pero prepárese, un nuevo cambio de responsabilidades espera a todos los técnicos.

Herakón regresó, casi muerto de tristeza, a su alto trono de muerte y se sentó amargo a meditar, a pesar de su aversión a la vida, tal era su fervor a la meta-corporación y a los Zombis Hekantokeinos que no sabotearía el plan. Daría su mejor esfuerzo por plasmarlo y llevarlo al éxito como si fuese suyo, además así fue como lo presentó a la meta-corporación. Las ideas no son de nadie, se dejan descubrir por casualidad por algunos, pero no son de ninguno —pensó. Pero no podría matar aún a L mandándolo en el viaje, lo podría necesitar.  Pero había otro modo mejor de acabar con su vida...

 

Mientras L se iba del recinto, escoltado por las robustas espaldas de Ayazx y Fratedes, el Thaumasios, que todo lo percibía, ahora de espaldas a L le preguntó con voz baja y calma, fingidamente inofensiva:

– ¿Ud. tiene recientemente un erómenos no? Percibí en el aire que exhaló en el locus la última vez el inicio de su enfermedad atávica, ahora por los cambios en la composición de ese humor veo que ha sido correspondido ¿Qué espera para usar la supresión química contra su mal?

Todos quedaron atónitos.

Fratedes miró asombrado al Thaumasios, lleno de asombro reverente y temeroso, se preocupó por los jóvenes eromenois, Ayazx probó una insospechada desazón al escuchar la palabra “correspondido”. L sintió el viaje de un tremendo peligro —aunque aún muy lejano— hacia él. Pero no se le ocurrió otra cosa que decir la verdad.

–Sí, desde hace unos pocos días, la suprimiré hoy mismo —dijo L y se fue inquieto.

     Los numerosos androides-qualia rodeando a Herakón empezaron con éste a trazar conjeturas y a formar teóricamente el plan. Había que confiar en que hubiese tiempo suficiente para materializar esas ideas perfectas y puras, en la realidad imperfecta y contaminada. 

     Herakón en su silla de dominio tubo una idea, tomó por un minuto una pausa en la tarea, buscó (a través del cableado que salía de su cerebro y se conectaba a la misma inteligencia artificial de la meta-corporación) los registros genéticos de L, estudió de cerca la composición de su molécula germinal y estuvo así un rato haciendo deducciones y cálculos sobre ella. Con la secuencia de su ADN dedujo la composición genética de la molécula germinal complementaria, la que debía tener su erómenos. En unos minutos, calculó como tendría que ser una molécula germinal que tuviera lo que no tenía la de L y que la equilibrara, aquello que era opuesto y que completaba sus deficiencias y con esto identifico el ADN de a quien amaba L. Se alegró de que fuera de una casta distinta, no solo L estaba haciendo algo prohibido. No solo estaría obligado por la meta-corporación a la supresión química de su sentimiento, otro provecho mayor podía ser sacado de esta circunstancia. Ya tenía un medio para vencer a L. Aún no podía matarlo, pero mataría su vida.

Luego de anotar ese pormenor en un rincón oscuro de su memoria, se hundió en el perfeccionamiento teórico del experimento. Ya tenía como llevar el experimento al éxito y como vengarse de tener que hacerlo.

Algo tosco e irracional impidió a Herakón ver en la molécula germinal de L otra cosa asombrosa.



[1] El gato de Schrödinger es una famosa paradoja de la mecánica quántica: la vida de un gato en una caja depende de si un veneno se libera o no, y esto depende del estado quántico de una partícula. Como el estado de una partícula es indeterminado, la perturbadora interpretación es que, antes de abrir la caja, el gato esta simultáneamente vivo y muerto. Y además que solo pasa a ser un gato vivo o un gato muerto, recién cuando abrimos la caja y miramos adentro, no antes.

[2] Una línea es un objeto de 1 dimensión, un plano de 2, un cubo de 3, el tiempo de 4. Cada dimensión contiene infinitos objetos de una dimensión inferior. Por ejemplo, en un plano hay infinitas líneas. Y al revés, la sombra de un objeto de n dimensiones es de n-1 dimensiones, por ejemplo, la sombra de un cubo (3) es un plano (2).

 

[3] En mecánica cuántica es el proceso de como ocurren los eventos en el microcosmos, una partícula es inicialmente es una superposición de infinitos estados probables y pasa ser uno solo. Se pasa de infinitas posibilidades a un solo ocurrir cuando colapsa la función de onda.

25 REFLEXIONES SOBRE EL EMISARIO

 


En la última vejez del mundo…

 

     ¡Ah soñar en examinar al Emisario! ¡Atrapar al Emisario, seguir al Emisario! ¡Qué sueño arduo he forjado! Difícil como recorrer completo el planeta, imposible como “sentir” que ya estamos muertos. ¡Impreciso como tratar de adivinar en los silencios y titubeos de dios, aquellas cosas que no nos quiere decir!

     ¡El Emisario! ¿En qué oscuro lugar estará ahora? Quizás cerca de M o de L, ¡O quizás en el centro del Thecnetos! ¿Qué lenguajes usará para comunicarse con él? ¿Cómo será este enviado del infinito?

     Es —según todo indica— un ser vivo y tal vez humano, pero de otra raza definitivamente. Si no, sería imposible su vínculo con el Thecnetos. No sé cuántos dedos habrá en sus manos o si las tiene. No sé si su fisonomía tiende más al Thecnetos o al hombre. Su cuerpo ha de ser perfecto, pero claro, dada su humanidad, ésta debe ser una perfección en términos humanos, cosa que en realidad es contradictoria y me confunde. ¿Perfección humana? Eso sería como ser fugazmente eterno o “ser” una nada. ¿Cómo comprender al Emisario entonces? En todo caso, es seguro que pertenecerá a una rara raza diseñada para comerciar con esa tormenta de vértigos que llamamos Thecnetos.

     Aunque también podría ser que su contacto con este ente omnisciente fuese sólo indirecto, como un cartero que llevase la correspondencia entre dos dioses; capaz de transportarlas, pero incapaz de entenderlas. Así, los trámites los hará con los niveles más superficiales de esa inteligencia secreta, especialmente construidos para hacer posible esa comunicación.

 

     Muchas veces pensé que el Emisario no tenía formas humanas, pero el ruido de sus pisadas, las huellas que deja en la arena, alguna vez su sombra o su tos, lo descubrieron humano, como tú o yo. Aunque quizás sólo lo es en forma y no en contenido. ¡Debajo del aparentemente humano Emisario, otros órganos y sistemas se tejerán y moverían en un infinitamente más perfecto organismo!

     En cualquier caso, debe ser más complejo que nosotros y tal vez eso lo condena a una mayor e íntegra soledad.

Por fin la noche llegó. Ya en lo profundo de la oscuridad, escuche ruidos sutiles, una fuga en la oscuridad, un cambio leve en los movimientos del aire por la casa. Debía ser de nuevo el Emisario y debía haber ya cerca otra carta. Era mi oportunidad de verlo y avanzar la investigación; mi ocasión de abordarlo y tal vez, con algo de valor, de seguirlo al transmundo. ¡Llegar por fin a M y a L! y a su mundo de libre del Thecnetos.

     Pero pronto apareció en mí esa antigua aprehensión de la que hablé antes. Finalmente permanecí tan quieto y silencioso como siempre y aún más que antes, tanto que acaso ni siquiera el Thecnetos podría haber notado mi presencia, ni los pensamientos e intenciones que guardaban silencio en mí.

     Aliviado, sentí luego que el Emisario ya se iba. Esperé a que acabara su equivocada entrega y dejé pasar mucho tiempo certificando que el silencio fuese absoluto y permanente, mientras palpitaba cada vez más lento mi corazón. Ya luego de mucho, me permití el primer imperceptible movimiento.

Había fracasado sin hacer absolutamente nada.

     Pero el silencio que quedó después de su visita no me tranquilizó del todo. Sentía como si las sombras que el Emisario había proyectado en suelos y paredes, hubiesen dejado algo que persistía; algo con una misión, algo que en la oscuridad iniciaría su labor.

     Temí que algunos átomos de mi plan de evasión se me hubiesen escapado y él ya adivinara por ellos mis torpes intenciones. Esto no sería raro. “Si no lo adivinara él, la inteligencia del Thecnetos sí lo hará”, pensé con temor:

¿Qué medidas tomará el Thecnetos al adivinar mis planes? Quizás a través de mí entendería el error de las cartas: su error. ¿Qué consecuencias produciría este insulto venido desde algo tan pequeño como yo en el Thecnetos?

     Pero, luego, como adicto, busqué en la casa la carta. Las incomprensibles palabras me llenaron de pasión y de somnolencia, como una droga que hacía más confuso el mundo, pero también un poco más dulce. Éstas fueron:

 

M:

Las cosas con las que a veces te siento, las más...

Con las que tejo tibios desiertos: te extraño.

Les da a veces y son todo. Un cielo encima de mí, incansable planeta debajo. Se abren rosas áridas en las playas, la infinita caída de las estrellas, más en mis manos se asoman las rosas que no pudieron nacer. Pobres como mi alma, sin fragancia, se esconden de la oscuridad del día y del grito de la noche. Soñamos juntos que no hay nada afuera, ni la ciudad, ni detrás del cielo más planetas. Detrás tengo un armario. En las noches es una mancha oscura donde te guardo, sabiéndote lejos. Allá mis libros: algunos son caminos de tierra, paisajes extraviados. Los más son dueños de mi voz verdadera y cuando ellos se pierdan, con ellos me iré de verdad, no con la muerte que se ha de comer todos los niños que he podido ser. El caso es que no te tengo, ni en mi mente como he creído; el caso es que estoy solo, pariéndome a mí mismo en cada palabra, nada entre renglón y renglón................. Te extraño.

L.

     Leí esta carta atenta, aunque sin comprenderla, pero ya una desilusión había germinado en mí. La vida había sido sólo un accidente químico y nosotros, los hombres, un accidente de la vida. Por lo tanto, mi plan era el error de un error de un error, tratando de sublevarse a la perfección del Thecnetos. Al fracasar ese día (como fracasan todos) empezó a morir mi investigación y mis sueños de escapar del sistema que el Thecnetos tenía para mí. Una confusa rebelión metafísica que sólo existía en mi mente y que en mi mente murió. Lo avanzado en mis investigaciones era en realidad poco y mi recorrido no se distinguía de un simple andar al azar. Mis conclusiones eran como aquellos razonamientos perdidos que mi mente siempre había trazado, reflexiones que no llegaban a ningún lado y que tampoco partían de ningún lugar. Alcanzar a L y a M a través del Emisario era imposible. Ese otro mundo giraría para siempre inalcanzable, paralelo al mío. Si es que acaso existía. Debía ya dejarme morir.

Desalentado, de pronto pensé algo terrible:

     El Emisario es un perverso; él ha redactado estas cartas para hacerme creer que estoy loco, para hacerme creer que el Thecnetos se equivoca y que hay un transmundo. Tal vez el Emisario no es un Emisario, sino sólo un adulterador. Un saboteador de la realidad. No hay en ningún lugar ni M ni L ni un mundo libre del Thecnetos.

Pero, después, la más terrible conclusión empezó a delinearse en mi consciencia y a presentarse terrible y nítida delante de mí. Era una consecuencia lógica del pensamiento anterior:

     El Emisario no es un adulterador, sino un completo inventor. ¡El Thecnetos no existe! Sólo existe el Emisario que ha montado su mitología. Por eso, de su existencia no hay prueba ninguna, ni consecuencias de sus actos. Y es lógico que fuera así —pensé tristemente—, pues la nada no deja rastros. Por eso hasta es imposible negarla, pues al estar vacía, no hay como reducirla al absurdo, pues la nada es el mismo absurdo. Y el Thecnetos es nada.

 

     La realidad cobraba simpleza y sentido de pronto. Sin el Thecnetos no hay ya ninguna explicación ni respuestas para el mundo; pero tampoco hay preguntas sobre el mundo. Sólo la senilidad de la humanidad existe en solitario en este último planeta.

     Como si hubiese un peligro infinito en esta teoría, me prohibí pensar en ella de nuevo. Pero la tristeza de su posibilidad ya nunca me dejó y contaminó de triste desencanto los últimos días de mi investigación.

24 ¿SON INFINITAS LAS LEYES NATURALES? 2

 


  

En otro punto del tiempo…

 Herakón habló:

–Hay dos únicas posibilidades:

1.- Las leyes naturales son infinitas
2.- Las leyes naturales son finitas

1.-Si las leyes naturales son infinitas siempre habrá un número infinito de fenómenos que no podremos explicar ni comprender.

Invisible L tuvo una intuición de pronto y agregó:

– El número de niveles de la naturaleza debe ser finito porque:
No se han observado en la naturaleza infinitos.

Las leyes se reducen a los niveles anteriores, en una progresión infinita no hay un nivel más bajo. No habría una causa última para los fenómenos naturales. Y sin causas no hay efectos. O la causa está en lo insondable.

La complejidad aumenta en la naturaleza mientas más nos alejamos de las leyes más básicas. Si hubiera una serie infinita entonces la complejidad de los fenómenos sería infinita. Un fenómeno de complejidad infinita sería incomprensible por definición. ¿Cómo es posible la comprensión entonces?, por ello las leyes naturales deben ser finitas.
Así el número de fenómenos inexplicables será cada vez más reducido, hasta que por fin comprendamos todo.

Herakón intervino para refutarlo:

–Negar el infinito así, es arrojarnos a otro más ambiguo, el número de estratos que deberemos desenterrar hasta llegar a este nivel básico puede ser cualquier número, o sea alguno entre 1 e infinito. Un número al azar entre estos dos extremos es infinito.

Si imaginamos un número enorme (por ejemplo 10000000000000) la probabilidad de que el número de niveles de la naturaleza sea un número mayor es infinitamente mayor de que sea uno menor. Pues hay más números mayores a esa cifra que menores. Así que será mayor pues es lo más probable. Por lo que parece que aun siendo finito este número de niveles, tiende a infinito.

L se avergonzó de la seguridad con que había expresado su pueril idea. Algo artificial agregó:

–Podría ser posible que la naturaleza ya sea impensable en este nivel de profundidad y por ello no avanzamos. Si tiene otro nivel, pero no podemos atravesarlo.
– ¿Cuántas teorías e hipótesis hay en la base de datos? —preguntaron al unísono todos.

–Unas 632 teorías, las analizaremos todas.

Empezaron ordenadamente por la primera de ellas: la teoría de la meta-dimensionalidad del ser, del técnico L, que había logrado hacer la predicción de la desaparición de los animales meta-dimensionales.

L, anónimo, se alarmó de verse escrutado con tanta minuciosidad.

     Así prosiguieron a una velocidad vertiginosa y se arrojaron sin titubeos a ese abismo epistémico lleno de incertidumbre y vacío, cayendo en él. Contaban sólo con conjeturas y lógica, exploraron valientemente esas regiones sin forma ni referentes que es lo desconocido, lo quizás imposible de entender. Empeñados en llegar siquiera algo más lejos y de robar algo de comprensión a la enorme y ambigua sombra que empieza más allá de lo conocido. Si hubiese sido en términos humanos esa aventura intelectual habría tomado miles de años.

     Pero, toda la discusión, y no sólo el fragmento aquí registrado, duró aproximadamente 0.7 microsegundos.