Luego
empezó una batalla entre las copias de la molécula germinal, entre los
distintos modos de copiarse, pues la protagonista de la historia universal de
la vida siempre fue la reproducción, no lo que se reproduce.
La
multiplicación de la molécula germinal era imperfecta y ésa fue la razón de que
aparecieran versiones distintas a su molde. Este error fue la razón de su
evolución posterior. Sin este error ni la consciencia ni el hombre habrían
aparecido. Esa primera guerra continuó; primero entre moléculas, luego entre
células, después entre individuos, grupos, especies, planetas, galaxias y luego
la vida luchó con otras formas del ser, con otras cosas conscientes surgidas a
su vez de otros tipos de moléculas germinales, en otros puntos exóticos y
oscuros del cosmos. Así, el Emisario y yo luchábamos también cierta guerra
anónima. Éramos el capítulo más reciente, pero no final, de una batalla química
que empezó en lo oscuro y silencioso. Y que acaso también terminará por fin en
lo oscuro y silencioso.
De esa
imperfección, paradójicamente, nació la llamada perfección de la vida, la del
Thecnetos y la del Emisario, que debería ser llamada entonces la imperfección
de la vida. El error fue pues en realidad el motor de la vida y su causa; sin
ella nada habría pasado. Aún hoy avanza este río, pero ya no falla en copiarse
gracias a la efectiva labor del Thecnetos. Quizás por eso la vida ya no está
viva. Y también, si la vida es algo inmortal, nosotros no somos ya la vida.
Sólo el río que nos subyace no se detendrá nunca y avanzará sin nosotros hasta
quién sabe dónde.
Por cierto, otro poema
perdido calló esa tarde:
M:
¿Qué se desteje y se parte en silencio cuando
no sé dónde estás?
El mundo
retrocede y se desbarata como sobre rocas cuando no sé dónde estás Cuando no
vuelves.
Todas las
cosas y sonidos me atraviesan y luego me dejan
Como si yo
fuese una estación de trenes ahora vacía
Y el silencio
que queda se carga de tantas cosas, que me quieren hacer llorar
Oigo el
murmullo del universo que se va
Como el agua
entre la tierra
Y yo me quedo
solo en mí mismo
En ese
insoportable mí mismo
Que significa
no estar contigo.
En ese
principio triste de estar solo
Un proceso
remoto pero íntimo, entre sueño y sueño, me fue dejando abandonado, en este
paradero final de tu ausencia.
L.
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