En otro lugar del espacio y el tiempo…
El terrible estruendo resonó por todos lados. Empezaron a caer a una terrible velocidad pedazos de naves en las instalaciones del planeta Plouton; objetos grandes viajaban con una aceleración vertiginosa por el sistema planetario demoliendo lo que embestían. Nadie esperaba esto a solo un día del experimento que salvaría a la humanidad. ¡Millones y millones de años malgastó el cosmos y le faltó un solo día para salvarse!
Empezó una urgente batalla. En esta ocasión, la
ventaja de la sorpresa la tenía la otra meta-corporación. Quizás planeaba
apoderarse del Mekhanes Meta-dimensional recién construido o sólo planeaba
destruirlo sin saber su valor.
Miles de ojos terribles
se encendieron de ira y de terror.
Millones de bolas flamígeras rayaron la oscuridad, chocando pesadamente
contra los astros del sistema planetario y contra los Mekhanes flotantes,
desestabilizando su relojería gravitatoria y rompiendo su helada y armónica
estructura.
Herakón y todos los Thaumasios fueron inmediatamente protegidos.
La
corteza del planeta Ploutón se empezó a resquebrajar toscamente y la órbita del
Mekhanes meta-dimensional, centro de los experimentos del viaje fuera del
cosmos, se ladeaba peligrosamente. Herakón, Ahelios y todos los técnicos
importantes recibieron la orden de viajar al Mekhanes meta-dimensional que era
el lugar mejor protegido.
M
recibió órdenes de unirse a las tropas de defensa y de contraatacar la
embestida de guerreros que de seguro sobrevendría. Se unió a Ayazx que apareció
en la lucha con su asustado erómenos Gerontes, devastado día a día por la
crueldad de éste, a Fratedes cuyo joven erómenos Wille expresaba confianza en
la lucha que empezaría, a Andros y a los demás guerreros.
L
tenía orden de viajar al Mekhanes para su protección a pesar de su bajo rango y
juventud. Los androides no eran prioridad, así que Nimis y los demás androides,
conscientes o no, fueron dejados a su suerte.
Los
androides-qualia carecían de instinto de supervivencia, así que no sentían
desesperación o miedo, no estaban programados para ello como los humanos, pero
eran conscientes de que eran conscientes y de que ya no lo serían en unos
minutos. Caminaban cautos y lúcidos entre los estallidos. Al contrario, los
androides como Nimis paseaban totalmente indiferentes a las explosiones. No
eran conscientes de que eran conscientes y la muerte no cambiaría esa
condición. Eran despedazados tanto unos como otros por el ataque de la otra
meta-corporación.
Los
seres humanos en Plouton se torcían entre la ira y el miedo; y con los dos
sentimientos al mismo tiempo pelearon.
La
muerte venía por todos lados a todos y cada uno de los miembros de este
milenario linaje humano, que conformaba la meta-corporación local.
Se
ordenó que el Mekhanes meta-dimensional, que se iba cargando de los Thaumasios
y personal calificado, se alejara todo lo posible de la batalla. Pero no se
pudo evitar que le alcanzara una miríada de ataques que lo agujerearon y
rompieron. Después de unos minutos el Mekhanes perdió sus formas y se despedazó
en fragmentos multidimensionales. La única tabla de salvación de la humanidad
se derrumbó sobre sí misma epi-dimensionalmente.
Una
nubosidad de objetos empezó a aparecer alrededor de Plouton, eran naves que
aparecían y rodeaban los planetas. De ellas salieron otras más pequeñas que
cayeron sobre las ciudades como meteoritos. En ellos hormigueaban terribles
guerreros acéfalos, sintéticos colosos que eran la fuerza de destrucción de la
otra meta-corporación. Salieron a despedazar y a matar; eran las fuerzas de segunda
línea de la meta-corporación atacante.
Inmensos y poderosos, corrieron como una turba de
fieras por todos lados. Desparramándose en las ciudades como un alud de cuerpos
sin cabeza, cuerpos sólo construidos para matar. En minutos se encendió el
fuego de la pelea. Los gigantes de la meta-corporación local, entre ellos M,
Ayazx, Gerontes, Fratedes, Wille y Andros embistieron como una ola fornida a
otra ola de carne sintética. Los acéfalos cuerpos empezaron a mutilar y a
reducir a los guerreros humanos.
Voceríos y alarmas saturaron las instalaciones atacadas. Todos ansiosos
y urgidos de combatir. Así se acercaron los masivos cuerpos, los vigorosos
músculos, las venas palpitantes de caliente sangre. Millones contra millones,
un furor de miembros se entrelazaron y rompieron en un estruendoso estallido de
odio. La hermosa arquitectura de los gigantes humanos, hecha de músculos,
tendones y sangre, se despedazaba y fragmentaba, saltando en desorden carnes,
fluidos y astillas de hueso. Estallidos violentos convertían en caos, el orden
y proporción de sus bellas formas naturales. De este modo, también los cuerpos
de los gigantes acéfalos, no hechos de carne, también se quebraban y
reventaban, mostrando el tejido y los fluidos artificiales que los hacían. Así,
fueron matándose y muriendo ambos grupos de titanes. El cuerpo de M se cubrió
de sangre y de pedazos de los gigantes acéfalos, que mataba o que trataban de
matarlo. Aunque el balance de muertes y de dolor rápidamente le daba la
victoria a la otra meta-corporación.
Ayazx
luchó como siempre, con más habilidad y crueldad que los demás guerreros, era
cubierto en su lucha por su desgastado erómenos Gerontes, que no dudaba en
arriesgar su vida para cuidarlo; con esta ventaja Ayazx fue matando más que
ninguno. Entre el caos de cuerpos que se matan Ayazx notó que M peleaba a
solas, no emparejado como era la costumbre entre los guerreros de la
meta-corporación y su carne deseó ser la otra mitad de M, pues todo guerrero
era siempre la mitad incompleta de una pareja.
Aprovechado el anonimato de la lucha, acabó con uno de los obstáculos
que ponían distancia entre él y su deseo. Así que cuando nadie lo vio, con su
erómenos delante de él defendiéndolo, levantó un brazo duro como un hierro y
golpeó con un tosco golpe la espalda del enamorado Gerontes. El golpe fue tan
seco e impactante que rompió la columna y desarticuló varios huesos. Una
hemorragia oscura pronto ahogó con una negra sangre, las vísceras del fiel
Gerontes, que volteó incrédulo a mirar por última vez a Ayazx, que ya se iba.
Así recibió el triste Gerontes, el último pago a su devoto amor.
Pero el
único y gastado ojo de Fratedes y los ingenuos de su erómenos, pudieron mirar
aquella injusticia. Wille se acongojó en su tierna edad conmovido por el
destino del viejo.
Cuando Ayazx notó las miradas de censura de los
dos a su espalda, volteó a mirarlos indolente.
Fratedes aún con un mínimo de esperanza en el
corazón le preguntó como a un hijo:
—¿Por qué has hecho algo tan malo?
Ayazx le respondió lúcido y coherente:
—¿Por qué no hacer algo si es malo? Dame una
razón.
Fratedes
se vio incapaz de contestarle lógicamente y sacó a su erómenos de la vil
presencia de Ayazx y juntos se internaron en la batalla.
Por
otro lado, Ahelios abordó con L la nave que los llevaría al Mekhanes. Pero vio
una duda en su pupilo, que sentía su vida vaciarse al dejar a su Erómenos, su
lugar era el Mekhanes, pero...
En el rictus sin
significado que se iba dibujando en L, Ahelios se vio a sí mismo, que siempre
vivió sin motivo ni razón. L se había vuelto más que un esclavo y ahora
volvería a meramente serlo. En un segundo entendió qué le convenía más.
—Quédate —dijo a su joven subordinado—, si partes
al Mekhanes meta-dimensional con nosotros, tu vida quedará tan vacía como la
mía. No tienes idea de lo que es vivir una vida sin sentido.
L a
punto de partir al Mekhanes meta-dimensional echó una mirada a la batalla que
se estaba perdiendo. Pensó que lo más razonable era partir y sobrevivir, pero
que en un punto en esa tormenta estaba M, e inseguro y con temor dudó en
abordar.
Se
tejió en su mirada desesperada este poema destinado a perderse:
M, ¿Qué se desteje y se
parte en silencio cuando no sé dónde estás?
El mundo
retrocede y se desbarata como sobre rocas cuando no sé dónde estás. Cuando no
vuelves…
Pero, al igual que el moho de la pared deseaba
vivir L deseaba a M.
Nimis
descuidadamente abordó y salvó su inconsciente existir sin proponérselo.
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