En el remoto Aether…
El
anciano Herakón recibió a la androide Nimis y al técnico Ahelios, responsable
ahora del control neurológico de los empleados; la androide le entregó un
informe sobre las irregularidades laborales de los técnicos M y L.
Herakón, una vez que se dio cuenta de lo que
pasaba, dijo mirando al Mekhanes que giraba inmenso sobre sí mismo:
—La evolución de la molécula germinal le dio
forma a todo y le dio formas al sentimiento que esos técnicos empiezan a sentir
—dijo y su voz retumbaba entre los metales de su locus[1]— el
amor; esa vieja enfermedad atávica, no es una fuerza ciega, como todos creen,
sino que tiene un propósito claro, los ciegos son los amantes. Los hombres son
títeres del amor y el amor títere de la molécula germinal. Los eromenois aman
lo que necesitan, al amar se aman así mismos más que a sus amados, pues el amor
es la fuerza más egoísta de todas, el amor los hace escoger y perseguir lo que
necesitará su molécula germinal en la siguiente generación; otra que la
acompañara en el futuro perfeccionándola, completándola y sirviéndola, por eso
solo se ama lo bello, lo fuerte, lo brillante, lo proporcionado y lo saludable
y nunca lo pequeño, lo incompleto, lo primitivo o lo enfermo —concluyó mientras
la androide lo escuchaba insensible.
El amor es un truco de la
molécula germinal. Un embuste. Solo una vez, hace trillones de años, Herakón
sintió algo parecido, pero eso había pasado hace tanto, antes de que los
hombres fueran hombres…
Los recuerdos se
mezclaron evanescentemente con el presente. Luego recordó que más
recientemente, hacía un par de décadas él era un hombre tan perfecto, que no
había nadie digno de combinar su molécula germinal con la suya. Y la
metacorporación concibió el plan de combinar su ADN con la de él mismo. Así que
en un anónimo laboratorio a cargo de un tosco técnico llamado gnomon se jugó
con su material genético y ensayó la partenogénesis masculina. Luego de decenas
de nacimientos monstruosos. Empezaron a nacer niños relativamente normales de aquellas
máquinas, clones y epi-clones[2],
que se fueron acumulando en el secreto laboratorio experimental.
Un día
Herakón, el absoluto, meditó que un hombre superior no debería actuar bajo los
mismos impulsos que movían a los hombres primitivos que lo rodeaban, consideró
la reproducción la más injustificada de todas las conductas animales. ¿Para qué
se multiplica una bacteria, una planta? Para hacer otros organismos que existen
también para reproducirse. No quería ser semejante al moho de las paredes, que
solo se reproduce para reproducirse. Sin un fin más que ese…
Asesinó a todos los niños
esa noche y al parecer también al técnico que sabía aquel arte.
—La molécula germinal de L y de M buscan su
perfección con la del otro — continuó una vez desvanecido su recuerdo—. Sus
recipientes, los cuerpos de los Eromenois, obedecen esta ciega necesidad.
¡Mas…qué asquerosamente ilógica es la vida humana subordinada a las sin razones
de una molécula inerte! ¿Qué es la vida sino un accidente? ¡Todos los deseos
humanos provienen de ese accidente y por eso son absurdos! Prohibiría la existencia
de los eromenois y su necia búsqueda de más vida si pudiera ¡Prohibiría la
vida! —Meditó amargado y oscuro Herakón—. Sin duda la nueva estructura de la
meta-corporación debe prohibir el amor.
—Prohibir es temer, siempre prohibimos lo que nos
daña —susurró imperceptiblemente Ahelios. Y miró mudo y controlado la
conversación que iniciaba Herakón y Nimis.
—¿Qué es el amor? —preguntó Nimis al anciano
Thaumasios.
—Es una enfermedad incurable, una patología del
yo —respondió Herakón sin mirarla, respondiéndose a sí mismo—. ¿Habrá observado
cambios en la bioquímica del cerebro? ¿Qué dicen sus monitores cerebrales?
Nimis revisó sus archivos en la base de datos de
tiempo real de los técnicos.
—Noto una anormal producción de adrenalina y
noradrenalina en ellos.
—¿Qué más? —preguntó Herakón que ya suponía lo
que Nimis hallaría.
—Hay un nivel muy elevado de Feniletilamina en
ellos, lo que eleva sus sensaciones de regocijo, las zonas de la ínsula media,
cíngula anterior, el striatum y el cortex prefrontal del cerebro muestra una
marcada actividad también. ¿Esto es el
amor? —preguntó Nimis.
—Sí —respondió Herakón—, la antigua enfermedad
atávica.
—¿Es un trastorno patológico? —preguntó Nimis.
—De alguna forma, sí —respondió Herakón que
consideraba la vida misma un trastorno patológico—, es un síndrome que favorece
la unión de eromenois. Una antigua relación entre humanos que no pudieron
suprimir las leyes sobre conducta social. Bueno, hasta ahora.
—También noto —agregó Nimis— que la oxitocina se
secreta elevadamente cada vez que tienen contacto visual. Esto causa una fuerte
dependencia y adicción mutua, también ha caído la serotonina creando un síndrome
obsesivo compulsivo de uno hacia el otro. No debería ocurrir entre técnicos de
castas separadas.
—El amor es solo una adicción, una
drogo-dependencia y más perjudicial que las demás. En unas semanas vendrían más
cambios —dijo pausado Herakón que parecía conocer el infierno del amor mejor
que nadie—. La producción de endorfinas, sellarán definitivamente su unión
fisiológica. Pero esos técnicos no podrán llegar a esa fase de la enfermedad
atávica...
—¿Por qué? —pregunto Nimis.
Ahelios escuchó atento y preocupado.
—Terminados los protocolos 5hnn de M, ordenaré a
Ahelios la anulación bioquímica del amor entre esos dos, así se prevendrá que
su malsana pulsión interfiera más con los trabajos.
—Podríamos empezar ahora mismo —dijo Ahelios—,
acabe de una vez con lo que tanto lo ofende. Tengo acceso a las sondas
intracerebrales de L y de M, podría ordenarse a las sondas que liberen
antagonistas químicos de las hormonas en exceso y produzcan las que están en
baja concentración.
—Eso no resolverá de modo permanente el asunto
—respondió el Thaumasios Hekantokeinos—. Un modo más directo sería modular los
sistemas genéticos que organizan la bioquímica del amor. ¿Está entrenado en la
técnica de supresión genética? —Preguntó Herakón a Ahelios.
—Medianamente, como cualquiera —respondió
asombrado Ahelios—, yo sería el más feliz de terminar con esa enfermedad que
también a mí me ataca y que pierde a mi pupilo.
—¿Pero Ud. no tiene ni ha tenido Erómenos ni
Erastés? —dijo Nimis.
—Ahelios sufre una variante rara de la enfermedad
atávica —dijo Herakón—, pero se curará pronto. Todos se curarán.
—Ud. desearía curarnos de la misma vida que
considera una enfermedad —dijo de nuevo Ahelios con una voz tan baja que nadie
lo escuchó.
—¿Está enamorado sin ser correspondido? —pregunto
Nimis—. entiendo que todos esos cambios fisiológicos buscan la correspondencia
y la propiedad sobre el ser amado.
—Estoy enamorado de un concepto imposible. De
algo que nunca he conocido —contestó Ahelios—. Me muerde este amor raro desde
mi juventud.
—¿Cómo puede desear algo de lo que no tiene idea
ni ha percibido? —preguntó Nimis.
Ahelios la miró como a punto de contestarle. Pero el desprecio que
sentía por los androides-zombis detuvo sus palabras y las mantuvo en la boca.
—Empezaré el estudio del tema y la técnica estará
lista en unas horas. ¿La aplicará en ese momento? —preguntó Ahelios a Herakón.
—No. Aún no, aunque vedado, permitiré ese
platónico amor. Pero sólo hasta después de los protocolos —dijo Herakón—. Este
estado ahora será útil en el desempeño de L, para lograr el éxito de la misión.
Mientras más deseos de salvar a su erómenos tenga, mejor trabajará. Y las
endorfinas del amor limitarán la angustia de M sobre el experimento y sus
riesgos.
—Pero en 48 horas aplicaremos la técnica, reúnase
conmigo entonces para discutir su propuesta técnica.
—Ese amor —continuó Herakón—, no está destinado a
lograrse; nunca llegarán a esa última unión fisiológica y después ya no habrán
más irregularidades. En ningún lado.
Herakón dejaría vivir a L hasta el viaje trans-universal
donde moriría M, antes L se esforzaría en el éxito del experimento para salvar
a su erómenos. Después moriría...todos
morirían.
Nimis
y Ahelios se retiraron. Afuera Ayazx esperaba hastiado. Mientras van por los
vacíos senderos a sus locus, en la cabeza de Nimis un vacío y en la de Ahelios
ese sutil fluir y búsqueda, que es ese amor infinitamente no correspondido en
él. En Ayazx confusión y violencia.
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