En otro lugar del espacio-tiempo…
Llegó el día del experimento. M y la tripulación estaban ya dentro del nuevo Mekhanes multidimensional. Fratedes muerto, había sido sustituido por un androide-qualia y Ayazx, que había desaparecido, por otro guerrero muy joven, de los poquísimos que quedaban después de la última batalla.
Ayazx
había fugado. No se había curado de su enfermedad atávica, pero había logrado
dominarla, no iría a morir al otro universo con M, ni con nadie. Ni por nadie.
La meta-corporación y la misma humanidad le desinteresaban. Aún recordaba su
remota infancia en el seno de otra meta-corporación, Fratedes lo había salvado
antes de que ese lejano linaje fuese aniquilado. Fratedes lo hizo pasar por uno
de sus hijos. Ayazx no sabía a qué linaje humano pertenecía y tampoco le
importaba. Se pertenecía a él y se aferraría a la vida.
El
equipo de técnicos y Thaumasios que monitoreaban el lanzamiento estaban ahora
instalados en una plataforma del planeta-conglomerado Amil-Urep, parcialmente reconstruido
sólo para apoyar el despegue. L había recibido una improvisada y acelerada
preparación para reconvertirse en Thaumasios, aunque dado el poco tiempo que le
quedaba al mundo, no la terminaría de completar. Se hallaba incorporado a sus
nuevas obligaciones como los demás en esa plataforma, que se hallaba comunicada
con millones de científicos, trabajando en diversos pedazos de galaxias, todos
comandados por la meta-corporación local.
El
amargo Herakón esperaba dentro su solitaria ceguera las noticias del
experimento, que, según sus cálculos y esperanzas, fracasaría.
Una vez encendido todo el
laboratorio artificial flotante, con los equipos trabajando al 100% y con la tripulación
preparada, se inició la cuenta final.
La bella forma del enorme
Mekhanes artificial, que flotaba como un caprichoso satélite, era en realidad
una nave trans-universal.
Sólo una parte del
artefacto era construida en el espacio, la mayor parte de sus estructuras y
mecanismos constaban de objetos de 11 dimensiones. Así, la gran
mega-nave-trans-espacial era la intersección de un cuerpo meta-dimensional con
la tetra-dimencionalidad en que vivían sus constructores. Esta intersección era
la que se veía y dentro de la que estaban M y la tripulación.
—¿Qué número de prueba es
ésta? —preguntó Nimis al ensimismado L.
—La primera y dada la
escasez de anti-entropía, a causa de la última guerra, también será la última.
Pero históricamente es la número 7. Hace cientos de años se intentó también
salir del universo, fue inútil, pero ahora hay cambios muy significativos en la
doctrina —respondió el semi-Thaumasios L.
—¿Cuál cree que es el
detalle que garantizaría el éxito esta vez? —pregunto Nimis—. Y… ¿Cómo
sobrevivirán las consciencias de los tripulantes?
L se asombró de que Nimis hablara de eso. Consciencia, yo o
vida eran temas que ni entendían ni de los que hablaban a los androides-zombi
como ella.
—Esta vez usaremos un
anti-colapso de función de onda, en cada uno de los átomos de la nave y los
tripulantes, así los mismos cuerpos de los tripulantes serán
multi-dimensionalizados antes del escape cósmico —contestó lejano y triste el
Proto-Thaumasios.
—Interesante —dijo Nimis—
pero ese procedimiento, ¿No pone en riesgo sus vidas como organismos
tetra-dimensionales? ¿Qué pasa con su sensación del tiempo al salir del tiempo?
—Es posible —contestó
esforzado y enfermo L—, hay aún controversias entre los cinco grupos de equipos
de inteligencia artificial sobre el resultado. A mi parecer, la
tetra-dimencionalidad de un objeto no se altera si esa tetra-dimencionalidad
continúa en un objeto de mayores dimensiones, como un círculo no se altera de
continuar en un cilindro.
—Entiendo —dijo Nimis.
La androide prosiguió:
—Un grupo de entes
cognitivos artificiales cree que es posible que ya hayamos tenido éxito las
últimas 2 pruebas hace cientos de años y que exitosamente los tripulantes
salieron del universo y llegaron a otro, pero que les fue posible volver.
—Qué terror deben haber
vivido estos tripulantes —dijo L en voz baja y dentro de él se removió una
náusea que llegaba a su cerebro. Se había esforzado desesperadamente en la
perfección del experimento, no por la humanidad sino por M, para que sobreviva. Lateralmente notó algo raro en Nimis.
Los
ojos de la androide Nimis se abrieron, al escuchar la palabra terror. Esa
palabra correspondía a una sensación real, ahora lo sabía, pero que ella no
podía sentir. Algo análogo al vértigo ocurrió en sus impersonales sistemas.
—Es terrible que existan
aún los esclavos humanos como M —dijo L cubriéndose la cara con una mano—. Me
siento extenuado. ¿Ud. no se siente nunca extenuada? —preguntó L, poniendo a
prueba una sospecha que guardaba sobre Nimis.
—Hay períodos en que la
sobrecarga de trabajos y procesos llegan a un límite en mí, en que la energía
de los procedimientos de reparación y ajuste de mis sistemas necesitan más
energía que la que tengo para funcionar; en esos momentos debo detener mis
funciones. ¿Eso es el cansancio? —preguntó Nimis fingiendo indiferencia.
—No. El cansancio es una
emoción, un modo de estar sin saber por qué se está así —respondió L ya
verificada su hipótesis: Nimis ya sabía que estaba muerta. Y sabía lo que le
pediría.
La androide Nimis lo miró
confusa e intrigada.
—Lo olvidaba, siempre
olvido lo que Ud. es —dijo L mirándola como a una cosa.
Y la cosa le devolvió una arrogante y tranquila mirada.
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