lunes, 4 de abril de 2022

60 D E S P E G U E

 


En otro lugar del espacio-tiempo…

Llegó el día del experimento. M y la tripulación estaban ya dentro del nuevo Mekhanes multidimensional. Fratedes muerto, había sido sustituido por un androide-qualia y Ayazx, que había desaparecido, por otro guerrero muy joven, de los poquísimos que quedaban después de la última batalla. 

     Ayazx había fugado. No se había curado de su enfermedad atávica, pero había logrado dominarla, no iría a morir al otro universo con M, ni con nadie. Ni por nadie. La meta-corporación y la misma humanidad le desinteresaban. Aún recordaba su remota infancia en el seno de otra meta-corporación, Fratedes lo había salvado antes de que ese lejano linaje fuese aniquilado. Fratedes lo hizo pasar por uno de sus hijos. Ayazx no sabía a qué linaje humano pertenecía y tampoco le importaba. Se pertenecía a él y se aferraría a la vida.  

     El equipo de técnicos y Thaumasios que monitoreaban el lanzamiento estaban ahora instalados en una plataforma del planeta-conglomerado Amil-Urep, parcialmente reconstruido sólo para apoyar el despegue. L había recibido una improvisada y acelerada preparación para reconvertirse en Thaumasios, aunque dado el poco tiempo que le quedaba al mundo, no la terminaría de completar. Se hallaba incorporado a sus nuevas obligaciones como los demás en esa plataforma, que se hallaba comunicada con millones de científicos, trabajando en diversos pedazos de galaxias, todos comandados por la meta-corporación local.

     El amargo Herakón esperaba dentro su solitaria ceguera las noticias del experimento, que, según sus cálculos y esperanzas, fracasaría.

Una vez encendido todo el laboratorio artificial flotante, con los equipos trabajando al 100% y con la tripulación preparada, se inició la cuenta final.

La bella forma del enorme Mekhanes artificial, que flotaba como un caprichoso satélite, era en realidad una nave trans-universal.

Sólo una parte del artefacto era construida en el espacio, la mayor parte de sus estructuras y mecanismos constaban de objetos de 11 dimensiones. Así, la gran mega-nave-trans-espacial era la intersección de un cuerpo meta-dimensional con la tetra-dimencionalidad en que vivían sus constructores. Esta intersección era la que se veía y dentro de la que estaban M y la tripulación.

—¿Qué número de prueba es ésta? —preguntó Nimis al ensimismado L.

—La primera y dada la escasez de anti-entropía, a causa de la última guerra, también será la última. Pero históricamente es la número 7. Hace cientos de años se intentó también salir del universo, fue inútil, pero ahora hay cambios muy significativos en la doctrina —respondió el semi-Thaumasios L.

—¿Cuál cree que es el detalle que garantizaría el éxito esta vez? —pregunto Nimis—. Y… ¿Cómo sobrevivirán las consciencias de los tripulantes?

L se asombró de que Nimis hablara de eso. Consciencia, yo o vida eran temas que ni entendían ni de los que hablaban a los androides-zombi como ella.

—Esta vez usaremos un anti-colapso de función de onda, en cada uno de los átomos de la nave y los tripulantes, así los mismos cuerpos de los tripulantes serán multi-dimensionalizados antes del escape cósmico —contestó lejano y triste el Proto-Thaumasios.

—Interesante —dijo Nimis— pero ese procedimiento, ¿No pone en riesgo sus vidas como organismos tetra-dimensionales? ¿Qué pasa con su sensación del tiempo al salir del tiempo?

—Es posible —contestó esforzado y enfermo L—, hay aún controversias entre los cinco grupos de equipos de inteligencia artificial sobre el resultado. A mi parecer, la tetra-dimencionalidad de un objeto no se altera si esa tetra-dimencionalidad continúa en un objeto de mayores dimensiones, como un círculo no se altera de continuar en un cilindro.

—Entiendo —dijo Nimis.

La androide prosiguió:

—Un grupo de entes cognitivos artificiales cree que es posible que ya hayamos tenido éxito las últimas 2 pruebas hace cientos de años y que exitosamente los tripulantes salieron del universo y llegaron a otro, pero que les fue posible volver.

—Qué terror deben haber vivido estos tripulantes —dijo L en voz baja y dentro de él se removió una náusea que llegaba a su cerebro. Se había esforzado desesperadamente en la perfección del experimento, no por la humanidad sino por M, para que sobreviva.  Lateralmente notó algo raro en Nimis.

     Los ojos de la androide Nimis se abrieron, al escuchar la palabra terror. Esa palabra correspondía a una sensación real, ahora lo sabía, pero que ella no podía sentir. Algo análogo al vértigo ocurrió en sus impersonales sistemas.

—Es terrible que existan aún los esclavos humanos como M —dijo L cubriéndose la cara con una mano—. Me siento extenuado. ¿Ud. no se siente nunca extenuada? —preguntó L, poniendo a prueba una sospecha que guardaba sobre Nimis.

—Hay períodos en que la sobrecarga de trabajos y procesos llegan a un límite en mí, en que la energía de los procedimientos de reparación y ajuste de mis sistemas necesitan más energía que la que tengo para funcionar; en esos momentos debo detener mis funciones. ¿Eso es el cansancio? —preguntó Nimis fingiendo indiferencia.

—No. El cansancio es una emoción, un modo de estar sin saber por qué se está así —respondió L ya verificada su hipótesis: Nimis ya sabía que estaba muerta. Y sabía lo que le pediría.

La androide Nimis lo miró confusa e intrigada.

—Lo olvidaba, siempre olvido lo que Ud. es —dijo L mirándola como a una cosa.

Y la cosa le devolvió una arrogante y tranquila mirada.

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