En otro lugar del espacio- tiempo…
—Inactive el antagonista
de IgF2, ¡elimine ese gene del todo! —ordenó ansioso.
Automáticamente el otro gen H19 se activó. Lo
habían logrado al 100%.
—Están logrados los
trans-óvulos (óvulos generados de espermatozoides).
—Bien– respondió el
computador—, iniciaremos la fecundación empezando por la pareja de
espermatozoides más idónea.
En la pantalla se vio flotar un óvulo artificial
vacío. Era un linfocito sanguíneo de L modificado bioquímicamente hasta tener
el tamaño y las características químicas de un óvulo.
La belleza de esa célula
se podía ver con todo detalle en el espacio del laboratorio y desde todos los
ángulos. Era como un etéreo planeta girando en el sutil Aether.
Movido
por un fórceps invisible y microscópico, un espermatozoide de L fue insertado
dentro de este óvulo artificial. Se había realizado el cambio meta-epigenético
en el segundo espermatozoide de M convirtiéndolo en óvulo con éxito y fue
introducido. Los dos dentro parecían dos cometas disolviéndose en un sol. Una
pequeña cánula inyectó una cantidad de sustancias químicas en el óvulo
artificial, que dispararon las reacciones químicas de la fecundación.
Los
dos espermatozoides empezaron a disolverse y a liberar sus cromosomas. M y L
podían ver los 23 cromosomas que salían de cada uno de sus respectivos
espermatozoides, uniéndose, uno a uno, con su par correspondiente, juntándolos
de por vida en un mismo ser. Lo que había pasado con los sentimientos del
Erastés y de su erómenos, pasaba ahora con sus dos moléculas germinales. Con su
ser más íntimo. De este modo, el genoma normal de 46 cromosomas se formó. Dado
que provenía de dos hombres, este especial cigoto recibía el nombre de
androgenote. El producto era 46 XY viable. La operación se repitió para el
segundo par de espermatozoides; esta vez se formó un cigoto que era 46 YY, una
combinación no viable y que la máquina inmediatamente descartó.
En la siguiente
combinación se formó un cigoto 46 XX viable, pero de otra especie. No era un
humano al no tener los mismos cromosomas que los hombres (46XY), ni moderno al
no contener genes artificiales propios del Homo sapiens thecnecies, solo los
primitivos de una antigua y desaparecida raza que vivió en
simbiosis-parasitismo con la humanidad primordial. Un errado linaje al que la
enfermedad atávica del desparecido Ahelios inútilmente se inclinaba. La máquina
automáticamente lo eliminó[1].
Después de unas horas, el
resultado final arrojó siete embriones viables, 46 XY permitidos por la
meta-corporación.
—Congelamos todos los
embriones menos uno —dijo la androide Nimis—. El desarrollo de éste ya empezó
en un útero artificial del centro.
M y L miraron la aparente
inmovilidad de ese embrión en la pantalla 3D.
En unas semanas se encendería la vida consciente en él.
Hijo
de las dos consciencias de esos dos eromenois, juntos esa noche, por última
vez.
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