lunes, 4 de abril de 2022

56 CÓMO REPRODUCIRSE SIN MUJERES

 


En otro lugar del espacio-tiempo…

Después del asesinato de Fratedes, Nimis siguió la huella a M y L. Sabía que el nuevo Thaumasios era el único ser humano con la capacidad de construirle aquello.

—¿En dónde lo haremos? —dijo M a su erastés—. Las máquinas rechazarán nuestra solicitud. Solo la meta-corporación conoce los secretos protocolos de la androgénesis para hacer nuevos hombres.

—Hay un viejo centro de androgénesis cerca de la plataforma, como todos es completamente automático, pero creo que podría ser manipulado manualmente.

Una voz tras de ellos, suave y que infundía calma, habló.

—Déjenme servirles, yo seré su contacto informático con el computador del centro, puedo engañarlo —dijo Nimis—, de lo contrario les denegará el acceso —dijo Nimis dispuesta a impedirlo ella misma de ser rechazada—. Pero los procesos biológicos son un algoritmo automático y secreto, la máquina no lo hará, nadie puede hacerlo manualmente. Será cosa suya.

M la miró furioso.

—Creo entender cómo debería hacerse —dijo L que deseaba concebir junto a M. Estaba deseando una de las cosas que más había despreciado de la vida. Estaba subordinado ahora a la misma misión de las bacterias y del moho del suelo. L era un animal primitivo y lo más luminoso en él, se subordinaba ahora a ese deseo primario. Frenó a M y transaron con la máquina. Cuando solo hay malos en el mundo, hay que convivir con ellos o morir. Pero más que nunca ellos querían vivir, les fue imposible rehusarse.

—A cambio —dijo Nimis—. Ud. me construirá algo.

—Lo haré —dijo L. sea lo que sea.

Entonces L y M se encaminaron al centro de androgénesis. Llevaban unas minúsculas cápsulas, portando una muestra germinal de cada uno.

Ya en el centro Nimis se conectó al computador. Manipulándolo logro suspender sus mecanismos de protección. Una voz sintética les habló:

—Asistirán al proceso, que durará algunas horas, bienvenidos —dijo la engañada computadora del centro de reproducción—. Androide Nimis, entregue las muestras de espermatozoides.

     La androide Nimis entregó las muestras y se sentó cerca de M y L, los tres frente a las pantallas y equipos de comunicación del computador. Al centro había un cubo que era la pantalla tridimensional del microscopio donde verían todo el procedimiento.

La meta-corporación al eliminar al otro género había convertido a la población en estériles hormigas obreras y tenía el control de la fertilización artificial que solo ocurría entre hombres. De ahí su poder absoluto al ser dueños de la reproducción, antes un linaje parásito había poseído este poder, pero la antigua metacorporación lo destruyo y obtuvo para sí, el monopolio de la vida.

—Logré que las máquinas lo obedezcan en todo, no impedirán nada, pero tampoco harán nada por sí mismas, ahora Ud. debe conducir el proceso manualmente, el proceso automatizado se rehúsa a operar —dijo Nimis a L—, básicamente debe convertir uno de los espermatozoides en un óvulo.

—L titubeó. No sabía cómo hacerlo, pero tenía que haber un modo lógico y necesario, alguien en el pasado lo había inventado para que la meta-corporación fuera dueña de la vida de los hombres. En unos minutos creyó inferir la técnica y habló. Un sonido anunció el inicio del largo proceso de androgénesis.

—Examine los gametos.

—En la muestra del cliente L hay 34 000 000 espermatozoides viables —dijo el computador obedeciendo—, se inició el screening genético de cada uno de ellos.

En la pantalla 3D se veía cómo cada espermatozoide era separado microscópicamente por micro-fórceps químicos. Se veía también la secuencia genética completa de cada espermatozoide y su perfil de idoneidad.

—Evalúen también genes defectuosos; también la epi-genética cada gen y su potencial aporte al fenotipo del embrión —ordenó L[1]

—La valoración de los cromosomas Y, dado el nivel de genes artificiales que contiene, ya está en nuestra base de datos —agregó el computador—, y no contienen, por su naturaleza artificial, ningún gen defectuoso[2]. En este momento eliminamos los espermatozoides que cargan genes defectuosos.

Este simple proceso llevado a cabo durante milenios por la selección natural, ocurría ahora pacíficamente en el laboratorio en unos breves segundos. Una pacífica y eficaz eugenesia. Esta técnica había llevado a la raza humana a su más alto extremos de idoneidad y perfección, además había reducido el tamaño de los cromosomas humanos al eliminar generación tras generación todos los genes basura que no poseían información útil, resultando ahora el cromosoma Y el más grande del genoma humano[3].

        —Bueno —dijo la androide Nimis— ya descartamos el 99% de los espermatozoides.

—Ahora —dijo L— hagan la selección de pares compatibles.

Las máquinas comparaban las posibles combinaciones de los espermatozoides de cada uno, tomaban el primero de los miles de L y predecían cómo sería su combinación con cada uno de los demás espermatozoides de la muestra de M.  El número de cálculos necesarios era inmenso. Trillones de personas distintas podrían ser formadas a partir de los miles de espermatozoides a la mano y ahora se elegirían cuáles de ellas merecerían nacer. El número de embriones distintos era en teoría superior al de átomos existentes en una galaxia. En el cálculo, cada gen posee un coeficiente. Éste se modificaba según el entorno genómico con el que se combinase. El número de combinaciones por calcular tomó horas al poderosísimo computador.

—Ya lo tenemos —dijo la androide Nimis—.  ¿Cuántos óvulos artificiales vacíos fabricarán? 

—10 —dijo el computador.

     En el laboratorio de androgénesis se fabricaban óvulos-recipiente a partir de células tomadas de muestras de sangre de los clientes. Primero se daba el tamaño y las características bioquímicas de un óvulo y después se eliminaba con radiaciones la información genética, de modo que se fabricaban óvulos vacíos. Pero el material genético para rellenar esos óvulos vacíos provendría de los 2 padres.

—Tenemos ahora solo espermatozoides y óvulos vacíos. ¿Cómo la máquina hará eso llamado óvulos? —preguntó M.

—No hay diferencias genéticas entre espermatozoides y óvulos, son idénticos gen por gen, óvulos y espermatozoides tienen la mitad de los cromosomas, al juntar esas mitades se completa el genoma para hacer una persona

—Entonces basta juntar un espermatozoide de M y otro suyo en un óvulo vacío —propuso Nimis.  

—No basta, dijo L, son genéticamente iguales, pero epi-genéticamente distintos[4].

L se concentró en pensar. Una miríada de datos se agolpaba en su cabeza, desorganizados y confusos. Finalmente dijo desde una afiebrada intuición:

—¿Qué genes se expresan en la región 13?4 del brazo largo del cromosoma 19? 

     L recordó un extraño suceso bibliográfico en el que un grupo de hermanos producían eso que la meta-corporación llamaba óvulos, en vez de espermatozoides. A pesar de su perfección anatómica, estos espermatozoos cargaban núcleos de óvulos.  Todos habían mutado la región 13.4 en el brazo largo del cromosoma 19.  Esa era la llave maestra que diferenciaba óvulos de espermatozoides. Esto hizo pensar a L a que acaso nuestra especie había en su pasado primitivo tenido una simbiosis con esa otra forma de vida, de la que los óvulos artificiales eran un fósil misterioso.

—En la pantalla aparecieron decenas de genes. L los examinó. Por fin identificó uno que producía un ARN. Ese debía ser.

—Neutralícelo con una sonda complementaria. Use una sonda asociada a las enzimas Dnmt2a y neutralice las enzimas Dnmt3b. Asombrosamente había acertado. Una serie de reacciones bioquímicas en cascada empezaron a convertir epigenéticamente esos espermatozoides en óvulos. A excepción de dos genes: Igf2 y H19. Atormentado L observó atónito que los espermatozoides eran 99,998% óvulos. Pero sin esos dos genes no podrían concebir. La inmovilidad de toda la ciudad lo rodeaba.

Millones de seres se habían reproducido antes y alrededor de él, solo a ellos les estaba negado.

M y L sintieron el profundo y absoluto poder de la meta-corporación y de la vida sobre ellos.



[1] Epi-genética: estudio de todos los factores no genéticos que se heredan.

[2]  El cromosoma Y, existe solo en los hombres.

[3] En el momento presente el genoma basura o ADN parasito representa e 98% del ADN humano.

[4] En los años 80 se mezclaron experimentalmente en un óvulo vacío los núcleos de dos espermatozoides, resultando en el desarrollo inicial de un embrión, que finalmente fue ahogado e invadido por una desmesurada placenta, que terminaba matando al concepto. Así se descubrió la epigenética.

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