En otra hora y otro
paisaje de la realidad…
–Oí rumores de eso —respondió contrariado y
escéptico M—, pero ¿Por qué nos escogieron precisamente a nosotros?
– ¡Sé quién decidió nuestra suerte! —Agregó Ayazx
iracundo— ¿Recuerdas esos dos técnicos? el más joven de ellos, fue el que ideó
esa simulación de viaje al otro universo. Debemos terminarlo, ¡esta misma
noche!
M quedo atónito recordando a su Erastés a quien aún no conocía bien.
Ayazx vio la decepción en las líneas que
componían el escultórico rostro de M confundido de verlo conmovido por su
verdugo.
–Yo presencié con Fratedes su conversación con el
viejo Thaumasios.
–No tengo otra salida —dijo M apesadumbrado por
la noticia, entendiendo su condena a muerte, sus reflejos militares le
ordenaron planear la muerte de L. Mientras Ayazx se acercó más a él, como
queriendo protegerlo con su grueso y macizo cuerpo de la delgada y tenue
muerte.
–Ya sabes cuál es la salida más simple —dijo
cálido Ayazx tan cerca de M que sus
alientos mesclaron sus tibiezas — Mátalo o déjame hacerlo a mí. Se rumorea que
te visita en las madrugadas, nadie notará su desaparición tan lejos en las
construcciones militares. Muchos saben que el éxito del experimento depende en
realidad solo de él, aunque parezca obra de ese viejo Hekantokeinos. Sin el creador del experimento no podrán seguir la
construcción del Mekhanes meta-dimensional y salvaremos nuestras vidas.
Y ahí se apretó con una suerte de anhelo o
desesperación carnal a M.
M pensó en L y sintió el desprecio e indiferencia
que este sentía por él. En sus grandes ojos, ahora rojos, se preparó a brotar
una caliente lágrima, pero la austeridad de M la reprimió. Sin embargo, su boca
dibujó un enternecedor gesto de amargura.
Ayazx avanzó el
último milímetro que lo separaba del calor de M y en él se sintió rendido, uno
y completo brevemente. Su cuerpo sobrecargado de viril masculinidad exhalaba
una cargada radiación humoral. Sólo en el momento que sintió esa tibieza, Ayazx
fue consciente de que sentía esa necesidad desesperad que nunca había sentido,
¿acaso era eso que todos llamaban enfermedad atávica? El terror se mezcló con
el amor en Ayazx, dos sentimientos que jamás había sentido por nadie. Pero justo
en el momento de satisfacer su anhelo un automático retroceso corporal de M, lo
dejo de nuevo desnudo y solo. Vacío de M.
Ayazx entendió el
rechazo de M y su propio sentimiento por él en el mismo instante.
M lo miró entendiendo cabalmente, pero no pudo
pensar en Ayazx, tan sólo en L.
Ayazx, perplejo, miró con una ira profunda a M y
esquivando un primer deseo de golpearlo salió del locus, se perdió en el enredo
de las plataformas toda aquella noche para terminar de entender aquel mal por
primera vez en él.
Sobre
las oscuras crueldades y sórdida inhumanidad que esa noche ejerció con las
víctimas que halló en su camino y con su emocionalmente despedazado erómenos, Gerontes, es mejor callar.
M
esperó a L que vendría como todas las madrugadas. Lo esperó con un plan
terrible lleno de dolor e ira. Su profunda tristeza después se secó en una asesina
cólera.
Para
vivir, debía matarlo. Sus dormidos reflejos felinos despertaron.
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