En lo más profundo del espacio-tiempo…
Los
resultados del rito gnoseológico habían llegado. Se logró avanzar un nivel más
la meta-filosofía y se explicaron muchos fenómenos antes oscuros, pero los
Zombis Hekantokeinos estaban decepcionados, pues no bastaba para crear una
tecnología de salvación a la inmediata muerte del cosmos. Los resultados se
supieron y aterraron a la población. En la confianza de que era la mente más
poderosa de la meta-corporación, se le pidió a Herakón pensar en una solución
usando el nuevo conocimiento. Se lo liberaría de sus otras responsabilidades
para que pudiere trabajar solo en esto. Éste, a pesar de anhelar la muerte de
la humanidad, era fiel a las órdenes de los Zombis Hekantokeinos, la vida para
él carecía de justificación o sentido y por eso la repudiaba. Pero, además,
para Herakón, repudiar el absurdo y simpatizar con la razón eran ambos
sentimientos primitivos, la razón debía ser sola sin empujes ni frenos de
ninguna emoción. Así que aceptó el encargo de diseñar una salvación técnica
como un ejercicio para su inteligencia y como evidencia de su indiferencia
hacia la vida o muerte de la humanidad.
Pero
consumió los días ideando sin hallar nada.
Mientras se esforzaba inútilmente en buscar esa solución, por toda la
meta-corporación se encendían rebeliones y desórdenes violentos. Luego de un
largo periodo de esterilidad y de titubear morbosamente, Herakón decidió hacer
algo incómodo, decidió preguntar en secreto al creador de la teoría si había
previsto alguna solución o tenía alguna aplicación tecnológica para el fin del
universo. Así que Herakón mando traer en absoluto secreto a L a una alta hora
de la noche.
Cuando
los guerreros llegaron a su locus, el desvelado técnico L escribía una secreta
carta, que tuvo que interrumpir violentamente.
M:
Esta noche estoy tan
enamorado,
Tan injustamente
enamorado.
Pero es tan buena la
noche
Que está generosamente cargada
de estrellas.
Qué mala suerte estar
enamorado así.
Hoy confío en la malvada
ciudad
Y sé que no importa
cuánto corra por la arquitectura vacía de la noche.
No me perderé.
Las más dulces notas
nacen y caen como flores
Mientras sus formas
conspiran para darle ser y belleza
A mí afligido
sentimiento.
Una belleza profunda pero
indolente,
Como tú, a veces.
Estoy tan sensible, tan
demasiado consciente de cada nota, de cada pausa
De esta delicada música
Que se construye y avanza
como un oleaje, como un arrebato de viento.
Pero más dulces que esos
saltos de la melodía
Son esos breves segundos
En que creo que me
quieres.
Es bueno estar así,
Tan injusta y
precariamente enamorado,
Porque sé que reservas
Un lugar y unas horas
para mí
Y así tu mirada, tus
tibias manos, le cederán un poco
De su belleza
A esta noche
A las estrellas,
A la música
Que respiro y que sueño
Esta noche tan
infinitamente lejos de ti.
L.
En eso
L fue abruptamente detenido y conducido al metálico locus de Herakón. Toda una patrulla de desvelados
gigantes lo escoltó, entre ellos se hallaba lívido y casi demente de rabia Ayazx, que cogió burlonamente la carta y
la guardo para examinarla después. También estaba el sereno y cauto Fratedes.
Mientras L era arrastrado, la desesperanza se dejaba ver por los pasajes
y escaleras públicas que recorrieron. La cuidad no tenía ni futuro ni
esperanza.
Dado
que “vivían” los últimos días del universo, ningún segundo podía ser
desperdiciado y angustiaba a todos elegir que hacer en ese segundo. Cada minuto
ahora valía lo que realmente vale: un universo. Ayazx deploró usar sus últimos
días de vida en escoltar a L, al que miró con un profundo desprecio, se
prometió en secreto que si caía pronto el gobierno de la meta-corporación,
asesinaría primero a L. Después se entregaría al asesinato, viviría sus últimos
días haciendo lo que más le gustaba. El odio de Ayazx contra L no sólo se
originaba en la humillación de servirle considerándolo inferior, sino en otra
cosa muy distinta. Fratedes que vio
su mirada atenta sobre el técnico, lo sospechó. Temió que Ayazx aprovechara esa
oportunidad y se preparó a proteger a L de hacer falta.
Rodeado de los altos y musculosos guardianes, ahora incrédulos del poder
de la meta-corporación y al borde de la insurrección, L entro de nuevo al locus
de recepción y sintió el deja vu de estar en el mismo lugar de nuevo: El
Thaumasios estaba en su alta silla de espaldas a él, con numerosos
androides-qualia rodeándolo. L, sensible y preocupado, notó que su sueño no se
había equivocado, había efectivamente una escalera que llegaba hasta el rígido Herakón. Aturdido aún, esperó las
órdenes del Thaumasios.
Lentamente la silla de Herakón giró y mostró al alto Thaumasios
atravesado de punzantes cables, con las cuencas de los ojos abusivamente
invadidas de artefactos negros. Con ellos empezó a mirar a L acuciosamente,
acaso asombrado de lo que éste había hecho.
Callado lo miró unos minutos estudiándolo.
Sólo
por formalidad le preguntaría si su teoría contenía alguna solución a la muerte
cósmica. Solo por una honrada fidelidad a la meta-corporación y como prueba de
su desinterés en la muerte o salvación de la humanidad.
–Lo he hecho venir porque el ritual gnoseológico
ha terminado logrando llevar la meta-filosofía a una mayor profundidad. Este es
un evento asombroso y un placer intelectual para nosotros. Quizás Ud. no lo
entienda, pero llevábamos siglos esperando esta nueva revolución epistemológica
y al parecer su teoría ayudó, aunque indirectamente, a lograrlo, lo felicito
—dijo con una perfectamente fingida voz Herakón.
L fue dominado por un humilde orgullo y siguió
escuchando.
Había, al sentir este orgullo, activado la
primera trampa de las muchas que el anciano Thaumasios
le tendería. Y con las que al final, lo vencería.
Lo lamentable —dijo Herakón con un inocultable gesto de satisfacción— es que esta
revolución meta-filosófica no ha logrado crear un método para salvar a la
humanidad —concluyó mostrando horriblemente sus dientes artificiales,
lustrosamente negros.
¡Esta se perderá! —Dijo regodeándose
aterradoramente en esa verdad— ¡Y de una vez para siempre! Ahora le pregunto a
su afanoso ingenio —dijo Herakón con voz fingidamente cordial—. ¿Tiene alguna
idea de cómo podríamos escapar a la muerte inminente del cosmos? —preguntó
entusiasmado de saber que el concilio artificial no lo había hallado y
confiando en que el inexperto L tampoco podría.
–Creo…. —dijo L inseguro de su respuesta y
titubeó pues pensaba que era mejor dejar morir a la vida, la necia auto
multiplicación de lo inerte siempre le había repugnado…Pero sólo en la vida
podía amar a…, su emoción tomó el control por un segundo y respondió casi
arrepentido—. Creo…que sí.
Herakón, perdió la mitad de la retorcida sonrisa
que se había dibujado sus ajadas facciones. Se turbó confuso odiando
profundamente a L. Se volvió todo amargura en sus negras entrañas y la
decepción parecía ir matando sus viejas carnes, invadidas de partes sintéticas,
también antiguas y gastadas.
–Es repugnante… —balbuceó Herakón resistiéndose a
creer, decidió que debía mandar matar a L inmediatamente.
Entonces el alto Thaumasios se levantó de su
trono-prisión y empezó a bajar lentamente. Aunque estaba como amarrado de
cablería que invadía su cuerpo, no resistió acercarse físicamente a la triste
lucidez de L.
Mientras bajaba trabajosamente las gradas, partes
del recinto metálico empezaron a moverse siguiendo los movimientos de Herakón,
manteniendo así su conexión a los sistemas. Pareciéndole terrible a L esta
visión de la aproximación dramática del Thaumasios
hasta él.
Ya cerca de L, el alto Thaumasios lo miró muy de cerca con sus mecánicos sistemas de
visión y le dijo muy bajo.
– ¡Es abominable! —Y rumió un rato su furia
amenazante sobre L, que por un segundo también pensó que era abominable que
este horrible universo se salvara— Describa sucintamente su idea…—concluyó Herakón como queriendo matarlo usando el
veneno de su amargada voz, luego lo abochorno el haber sido dominado por
completo por esa emoción.
L empezó a relatar los detalles del plan de
salvación. Los numerosos androides–qualia que presenciaron todo también se
asombraron, llenos de esperanza, de los pormenores teóricos.
–Debemos sacar a la humanidad del universo —dijo
L— y llevarla a otro que con certeza existe.
El Thaumasios ciego y lógico escucho inmóvil.
Casi colgando entre el cableado y los artefactos de sustento que lo
aprisionaban.
–Mi teoría sostiene que los animales
meta-dimensionales no se han suicidado ni se han extinto, sino que han viajado,
han emigrado a otro universo. Hay otro cosmos real y una topografía precisa
entre él y el nuestro. Debemos trazar un mapa a ese transmundo al que los
animales meta-dimensiónales viajaron. Debemos hacer ese viaje. Para eso
deberemos convertirnos es seres humanos trans-dimensionales pues el viaje será
meta-dimensional.
–Hay aún en nuestro cosmos —titubeó, pero
prosiguió — cicatrices no del todo borradas, de un antiguo contacto con ese
otro universo, debe haber un puente angosto hacia ese otro mundo, pero no
espacial, sino epi-dimensional —culminó mirando casi arrepentido a Herakón. En el último instante sintió
que el Thaumasios tenía razón, este era un plan abyecto para perpetuar el
absurdo y la maldad humana.
Herakón oyó, perdiéndose brevemente en las palabras de L, como si estas
fueran efectivamente suyas, pero después deploró la novedad y radicalidad de
esas ideas, no sólo porque podrían salvar a la humanidad y esto era un empleo
banal de la inteligencia, sino porque esta vez, era consciente de que no habían
nacido de él. Por primera vez una mente sobrepasaba a la suya, aunque fuese
sólo una vez. Y no parecía ahora ser una casualidad.
–Prosiga —dijo— entristecido y golpeado, tratando
de ser de nuevo indiferente raciocinio y coherencia.
–Habría que construir un Mekhanes
trans-dimensional. Primero deberíamos probar un viaje de ida y vuelta con un
número pequeño de tripulantes. —Comprendió entonces L que su plan incluía matar
un cierto número de personas concretas para salvar una abstracción, pues para L
solo existía la vida de cada humano y no la de la humanidad— Y después de
conseguir hacerlo con éxito, sacaremos a toda la humanidad de este universo
agonizante —concluyó contrito.
– ¿Cómo supone Ud. que se logre convertir el
cuerpo humano en un objeto multidimensional? —Dijo Herakón cediendo a un
desesperado anhelo de rebatir a L— La tecnología multidimensional que usamos
aún es tosca e imperfecta. No sabemos realmente cómo es la multi-dimensionalidad
del ser —dijo Herakón irritado y a la vez afligido.
–Ya somos seres multidimensionales, mi idea es
agregar más dimensiones a las que 4 que ya tenemos. En mi teoría hay una
explicación de la penta-dimensionalidad y su relación con nuestra
tetra-dimensionalidad. Venerable Herakón, Ud. sabe que en un cubo hay infinitos
planos, que un plano tiene infinitas líneas, y una línea infinitos puntos[2].
Algo análogo pasa en el colapso de función de onda[3]: una
partícula puede ser de infinitos modos, antes de colapsar “es” de todos esos.
El colapso de onda da como resultado sólo un estado de la partícula de entre
infinitos posibles. Así el colapso de la función de onda es la proyección de la
quinta dimensión del ser en una cuarta (la nuestra), que es el ser en que
vivimos. O sea, el tiempo es la sombra de algo mayor. Ese es, creo, el puente
entre la quinta y la cuarta dimensión. Por ella podríamos
multi-dimensionalizarnos para viajar al otro universo —concluyó L.
–La función de onda solo se colapsa, en una
dirección, de 5 a 4 dimensiones—dijo Herakón, dejando de fingir y calcular
frente a L, volviéndose por unos segundos cómplice y simpatizante de este.
–Debemos des-colapsar la función de onda
—concluyó L y pasar de la cuarta a la quinta dimensión del ser.
Herakón quedo fascinado con aquella idea tan
radical, incluso sintió un minúsculo orgullo por aquella idea ajena, comulgaba
con L solo un segundo, pero en un nivel que jamás había hecho con nadie, se
proponían hacer algo que nunca había pasado en la naturaleza, pero que
teóricamente podría hacerse, era tan anti-natural, tan contra-natura que la
idea lo conquistó.
–Su teoría parece correcta, pero un cambio tan
radical del estado de la materia matará con casi seguridad a los primeros
tripulantes —dijo con voz muy baja y llena de intriga Herakón pensando
repentinamente en algo. Podría quizás mandar a L en ese primer viaje.
–Esperemos que no sean muchos los intentos —dijo
compungido L—, es un infortunado sacrificio.
–Ud. Será el responsable, no lo olvide, la vida
de ciertos hombres hoy vivos terminará para prolongar la vida de un concepto
abstracto. Y ellos no volverán a nacer. Habla de hacer un Mekhanes meta-dimensional…se hará —dijo Herakón retrayéndose entre los apéndices y volviendo lentamente a
su silla.
Un androide-qualia se acercó a L y le dijo:
–Vuelva
a su locus, nosotros montaremos todo el experimento. Ud. no nos hace falta más.
Pero prepárese, un nuevo cambio de responsabilidades espera a todos los
técnicos.
Herakón regresó, casi muerto de tristeza, a su
alto trono de muerte y se sentó amargo a meditar, a pesar de su aversión a la
vida, tal era su fervor a la meta-corporación y a los Zombis Hekantokeinos que no sabotearía el plan.
Daría su mejor esfuerzo por plasmarlo y llevarlo al éxito como si fuese suyo,
además así fue como lo presentó a la meta-corporación. Las ideas no son de
nadie, se dejan descubrir por casualidad por algunos, pero no son de ninguno
—pensó. Pero no podría matar aún a L mandándolo en el viaje, lo podría
necesitar. Pero había otro modo mejor de
acabar con su vida...
Mientras L se iba del recinto, escoltado por las
robustas espaldas de Ayazx y Fratedes, el Thaumasios, que todo lo percibía, ahora de espaldas a L le preguntó
con voz baja y calma, fingidamente inofensiva:
– ¿Ud. tiene recientemente un erómenos no? Percibí en el aire que
exhaló en el locus la última vez el inicio de su enfermedad atávica, ahora por
los cambios en la composición de ese humor veo que ha sido correspondido ¿Qué
espera para usar la supresión química contra su mal?
Todos quedaron atónitos.
Fratedes miró asombrado al Thaumasios, lleno de asombro reverente y temeroso, se preocupó por
los jóvenes eromenois, Ayazx probó
una insospechada desazón al escuchar la palabra “correspondido”. L sintió el
viaje de un tremendo peligro —aunque aún muy lejano— hacia él. Pero no se le
ocurrió otra cosa que decir la verdad.
–Sí, desde hace unos pocos días, la suprimiré hoy
mismo —dijo L y se fue inquieto.
Los
numerosos androides-qualia rodeando a Herakón
empezaron con éste a trazar conjeturas y a formar teóricamente el plan. Había
que confiar en que hubiese tiempo suficiente para materializar esas ideas
perfectas y puras, en la realidad imperfecta y contaminada.
Herakón en su silla de dominio tubo una
idea, tomó por un minuto una pausa en la tarea, buscó (a través del cableado
que salía de su cerebro y se conectaba a la misma inteligencia artificial de la
meta-corporación) los registros genéticos de L, estudió de cerca la composición
de su molécula germinal y estuvo así un rato haciendo deducciones y cálculos
sobre ella. Con la secuencia de su ADN dedujo la composición genética de la
molécula germinal complementaria, la que debía tener su erómenos. En unos minutos, calculó como tendría que ser una
molécula germinal que tuviera lo que no tenía la de L y que la equilibrara,
aquello que era opuesto y que completaba sus deficiencias y con esto identifico
el ADN de a quien amaba L. Se alegró de que fuera de una casta distinta, no
solo L estaba haciendo algo prohibido. No solo estaría obligado por la
meta-corporación a la supresión química de su sentimiento, otro provecho mayor
podía ser sacado de esta circunstancia. Ya tenía un medio para vencer a L. Aún
no podía matarlo, pero mataría su vida.
Luego de anotar ese pormenor en un rincón oscuro
de su memoria, se hundió en el perfeccionamiento teórico del experimento. Ya
tenía como llevar el experimento al éxito y como vengarse de tener que hacerlo.
Algo
tosco e irracional impidió a Herakón
ver en la molécula germinal de L otra cosa asombrosa.
[1] El
gato de Schrödinger es una famosa paradoja de la mecánica quántica: la vida de
un gato en una caja depende de si un veneno se libera o no, y esto depende del
estado quántico de una partícula. Como el estado de una partícula es
indeterminado, la perturbadora interpretación es que, antes de abrir la caja,
el gato esta simultáneamente vivo y muerto. Y además que solo pasa a ser un
gato vivo o un gato muerto, recién cuando abrimos la caja y miramos adentro, no
antes.
[2] Una
línea es un objeto de 1 dimensión, un plano de 2, un cubo de 3, el tiempo de 4.
Cada dimensión contiene infinitos objetos de una dimensión inferior. Por
ejemplo, en un plano hay infinitas líneas. Y al revés, la sombra de un objeto
de n dimensiones es de n-1 dimensiones, por ejemplo, la sombra de un cubo (3)
es un plano (2).
[3]
En mecánica cuántica es el proceso de como ocurren los eventos en el
microcosmos, una partícula es inicialmente es una superposición de infinitos
estados probables y pasa ser uno solo. Se pasa de infinitas posibilidades a un
solo ocurrir cuando colapsa la función de onda.
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