Un trillón de trillones
de años después…
—En lo más remoto —dijo
el Emisario— la raza humana era una especie animal más, en un primitivo
planeta. Pero en esa especie apareció por primera vez la razón, un ventajoso
medio de supervivencia. La inteligencia le permitía conductas inéditas, era un
software anti-software biológico, por ella los hombres podían desprogramar a su
capricho instintos y reflejos milenarios. Al principio, la razón multiplicó las
moléculas germinales de sus portadores y les dio la victoria frente a otras
formas de vida menos cognitivas. Pero después esa misma capacidad, magnificada
una y otra vez por la evolución, sacó a la humanidad de la naturaleza, floreció
entonces la primera artificialidad. Pudo el hombre ser totalmente libre de sus
instintos naturales y hacer todo lo contrario a lo que los animales hacen. A lo
que la misma vida hace. Empezó entonces, por primera vez, a desobedecer a la
molécula germinal y a la vida. Empezó ahí la libertad y lo artificial. Empezó
ahí el más remoto Thecnetos. El hombre y su razón eran el fin y no el medio de
un accidente químico-evolutivo. Pero el precio se empezó a pagar pronto. Como
desapareció la selección natural, se inició una lenta degeneración genética,
nada eliminaba los defectos que la humanidad iba acumulando. El azar crea miles
de errores cada generación, la selección natural los elimina, sin ella defectos
genéticos, errores de copia, mutaciones y genes sin significado, se añadían
unos sobre los otros, envileciendo la molécula germinal. Como un libro que
eternamente transcrito y error tras error empieza a delirar y luego ya no dice
nada. Así fracasó la primera artificialidad, el primer Thecnetos y el hombre
volvió a ser un animal más. Volvió a las formas naturales y triunfaron, como
siempre, los individuos más capaces de multiplicarse.
Así, una humanidad
irracional, religiosa y prolífica surgió del Homo sapiens sapiens y entraron en extinción aquellas variedades
humanas aún racionales.
La lúcida humanidad
estaba condenada a la extinción. Pero de pronto logró su carta de salvación:
los genes artificiales creado por un remoto y anónimo Thaumasios de aquellas épocas. Este empezó a insertar información
genética nueva. Inicialmente sólo para corregir a los genes defectuosos causado
por el envilecimiento de la molécula germinal. Pero pronto, para incluir nuevos
genes y capacidades. Esto nos hacía cada vez menos humanos. Así fue forjándose
el Homo sapiens thecnecies (del
arcaico vocablo, Thecnetos que significa artificial). El único cromosoma donde
se pudo insertar esos genes fue el cromosoma Y, pues en él una sola copia
bastaba para lograr el fenotipo y por la imposibilidad de ponerlos en los demás
cromosomas al ser pares y requerir de dos copias sincrónicas, cosa,
técnicamente difícil. La inesperada consecuencia de este detalle técnico fue
que se fue forjando un dimorfismo sexual cada vez más acentuado. La evolución
artificial sólo ocurrió en los individuos masculinos de la nueva especie.
Eventualmente
esta variedad humana semi-artificial extinguió a la irracional. Y la
artificialidad ganó la batalla finalmente y tuvo su segundo florecimiento. Ya
para siempre.
Pero las
diferencias entre los sapiens thecnecies masculinos y los femeninos todavía
sapiens sapiens se iba agudizando, tanto que podían tomarse ya como dos
especies distintas viviendo en una desigual simbiosis.
Estas dos variedades humanas se separaron cuando aquel
Thaumasios creo la tecnología de androgenotes. Ésta permitía a los hombres
modificados genéticamente reproducirse entre ellos y a las mujeres entre ellas.
Sólo bastaba unir, en óvulos vacíos, los semi-genomas de dos hombres o dos
mujeres. Y hacer los cambios epi-genéticos apropiados.
Terminó así la necesidad de aquella vieja
simbiosis o parasitismo. Se separaron las dos especies y de la competencia
evolutiva entre los hombres modificados genéticamente y las mujeres no
modificadas, sólo quedo una. Hombre y humanidad ahora eran escrupulosos
sinónimos. El Emisario hizo una pausa oprimiéndose en un recuerdo, ¿Él había
presenciado personalmente estas eras?
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