jueves, 5 de abril de 2012

9 DIÁSPORA CÓSMICA

En otro lugar del tiempo…
–En unos minutos llegarán los guerreros de la última conquista, una pareja de guerreros M y Ayazx, fueron los encargados de buscar los datos y los traerán —dijo a L Ahelios, ya maduro y enjuto, sus ojeras mostraban que había sido trabajado por años por un antiguo mal, estaba afectado desde su juventud por una rara forma de la enfermedad atávica[1].
–Quizás podré comprobar mi predicción sobre los animales meta-dimensionales [2] —dijo discretamente L, soñando precariamente con tener la razón—. Podré verificar mi suposición y… un nuevo modo de pensar la naturaleza —concluyó entonando esta última frase solo a medias—. Y este nefasto universo por fin acabará.
Ahelios lo miró adivinando sus tristes esperanzas.
–No esperes mucho, simplemente los reubicaremos y re empezaremos el registro —le dijo paternalmente y miró al joven con cierta conmiseración, ésta provenía de verlo cada día más y más extraviado en esos errados laberintos teóricos y en su indiferencia a la vida propia y ajena.
L calló, levemente ofendido por su superior, que era condescendiente pero incrédulo de sus ideas.
–También quisiera que algo extraordinario ocurra, esta labor, que ha consumido nuestra juventud, es de tal esterilidad que comprendo tus esperanzas —dijo Ahelios comprensivo e íntimo—, es por esto que es tan popular en estos días la vida virtual. Esta tecnología ha evolucionado, para darle a la gente lo que tiene prohibido tener: una vida de verdad.
–Pero… ¿Qué pasaría si tampoco hubiese datos de su existencia en las investigaciones de la meta-corporación conquistada? —preguntó dudando de su propia hipótesis L.
–Deberíamos examinar si hay error en los equipos de monitoreo  —contestó escéptico Ahelios que conocía muy bien los procedimientos, repetidos  por ellos tantas veces.
–Según varios informes éstos están en perfectas condiciones —agregó L volviendo tímidamente a  creer en sí mismo—, yo pienso que ya no existen los animales meta-dimensionales. Y acaso eso determine un próximo suceso en eso que llamamos vida y que tanto afana a todos.
Ahelios miró como reprobando en su aprendiz ese desdén que tenía por la existencia. 
–Es imposible que ya no existan, ¿Por qué no existirían? —dijo Ahelios algo cansado y dando por finalizada la conversación con un sutil gesto de fastidio.
–La pareja de guerreros, Ayazx y M, están esperando afuera para  entregar el material solicitado —dijo una perfectamente voz humana, era la androide Nimis, de aspecto anguloso y mirada intensa. Nadie sospecharía al ver su perfecta imitación de la apariencia humana que no era un ser humano como los demás.
–Ordéneles pasar —dijo Ahelios recogido a sus responsabilidades de científico. Nimis escoltó a los férreos gigantes.
     Las figuras grandes y bellamente dibujadas de los dos guerreros aparecieron entre los equipos de sofisticada ciencia. M, fuerte y sereno, con un brillo de pureza en los ojos,  Ayazx arrogante y orgulloso de su estatura y belleza. Sus carnes saludables e hinchadas de músculos emanaban una sensualidad que contrastaba con la aséptica y triste tecnología de locus y sus grises funcionarios, era como si la misma naturaleza entrara y se mostrara arrogante frente a la pobreza de lo artificial.
La conversación se inició.
–Infórmenos escuetamente de sus hallazgos, ¿lograron salvar los archivos sobre animales meta-dimensionales? —pregunto L a M como si se dirigiera a una insensible cosa y agrego bajando la voz—, quizás un viejo universo teórico muera con los resultados de su hallazgo y otro más simple y verdadero se muestre…las causas son siempre simples y pocas y los efectos numerosos y complejos —agregó como queriendo compartir con ese desconocido, su esperanza por descubrir un nuevo meollo para el mundo.
–Sí —dijo con una profunda y cálida voz M, que no entendió qué quería decir L pero que se inquietó por él—. Están completamente íntegros.
– ¿Qué encontró? ¿Los revisó? —preguntó metódico  Ahelios.
M, parecía no haberlo escuchado, miraba a L por primera vez y su curiosidad se desviaba a él y a sus raras palabras casi imperceptiblemente, unos pasos más allá de lo que era normal. Su amplio pecho respiraba algo más rápido y fuerte.
Nadie, ni él mismo, lo notó.
     L también sintió una vana sensación que no pudo identificar, mientras su respiración se inquietaba. Algo activó un mecanismo que esperaba invisible en la parte más primitiva de su cerebro. Algo dormido que había germinado para tomar el control de su mente y ahora se asomaba por primera vez. Pero no por última vez. Ahelios interrumpió:
–Háblenos por fin de los resultados.
–Lo que hemos encontrado —dijo monumental y firme M— es que la otra meta corporación concluyó que no habían ya animales meta-dimensionales en todo su universo conocido.
Ahelios quedó estupefacto, esto era incoherente con todo lo conocido y miró asombrado a su pupilo L que lo había previsto. Éste sintió una cierta felicidad intelectual  pero luego un sordo pesar.
– ¿Dónde están los datos? —preguntó Ahelios  aún asombrado.
–Los pueden examinar en el corazón del sistema de información. Están ya accedidos a la biblioteca general —respondió M, grande y hermoso.
L y Ahelios se abalanzaron a contar los datos y los revisaron mudos. Mientras, los dos gigantes esperaban. Para Ahelios se trataba de un fenómeno imposible que rompía con diversos principios teóricos, para L la confirmación de una antigua sospecha que llevaba años meditando y que ahora le asombraba. La evidencia de que la estructura del cosmos había guardado aún un secreto sobre sí. Ese día se develaba, y con él, una terrible noticia para todos, excepto para él, a quien le eran indiferentes las consideraciones prácticas de sus ideas. Aunque las de esta fueran tan terribles.
     Ayazx se impacientó pronto despreciando las labores sin emoción y monótonas de los dos técnicos. Aburrido hizo un gesto obsceno con su desmesurado cuerpo. Algo en su mirada asustaba y ofendía a los demás, Ahelios sintió como si esa mirada cínica le dijese sin palabras que en contraste con la del vigoroso gigante, su vida fuese pobre y ridícula.
     Pero disciplinadamente los guerreros esperaron las órdenes de retirarse. Sus monumentales somas, como dos composiciones exquisitas, hechas de volúmenes y líneas perfectas, resaltaban en el desorden y fealdad de los pobres laboratorios. 
     Minuto a minuto y lectura tras lectura lo volvían a comprobar. No había animales meta-dimensionales para la otra meta-corporación tampoco y por lo tanto tampoco futuro.
Ahelios le dijo a su pupilo L:
–Puedes despedir a los guerreros. Supongo tendrán más gente que matar. —A raíz de esa orden se encendió en L una minúscula aunque inexplicable desazón.
L se dirigió a M y al verlo nítidamente casi olvidó lo que tenía que decirle:
–Ya no es necesaria más su presencia, le agradecemos su esfuerzo y meticulosidad. —Y al terminar de decirlo, sintió como arrepentimiento de provocar con esas indiferentes palabras, que ese desconocido desapareciera para siempre. 
Ayazx sintió alivio y premura por irse, mientras M sintió un leve e inexplicable freno. Pero disciplinado, se alejó.
A L le costó ver que se iba el guerrero. Le abochornó esa emoción irracional en él. Era un desconocido y no necesitaba volver a verlo. No era más que un hombre, ósea una simbiosis de reacciones químicas con un único fin banal.  Un efecto caprichoso de la inercia de la naturaleza.
Pero en las conversaciones con Ahelios las formas de piel y musculo del temible y soberbio M interrumpieron los raciocinios y consideraciones abstractas, que tejían sobre  los animales meta-dimensionales.
–Te alegrará confirmar una de tus secretas teorías —dijo Ahelios—, quizás sea sólo una coincidencia pero te felicito.
–No. Al contrario, me entristece, aunque no entiendo por qué —dijo L dibujando con su rostro una delicada inquietud y pena—. Esa desaparición significa algo más. Algo muy grave. 
–No dejemos volar la mente más, pluralitas non est ponenda sine necessitate [3], atengámonos a lo que hemos descubierto —dijo comprensivo y metódico Ahelios a su subordinado.
–Debe informar a Herakón, él tendrá una explicación para esto —dijo volviendo de sus pensamientos L.
–Creo que podrás por primera vez hacerlo tú, aprovecharás para explicar tu teoría.
     Luego L se sentó y dejó su mente reposar de cualquier cálculo o consideración. Una marea emocional se alzaba dentro de él, inundando el oscuro paisaje de su corazón.
     Las estructuras del cerebro mecánico de Nimis, registraron y procesaron todo y respondieron a lo observado. Sus sistemas neuronales razonaban, creaban, calculaban y comunicaban, aunque sin pasar ninguna de esas acciones por ninguna consciencia, ni yo. Su inteligencia artificial no era un sujeto frente a un objeto, sino un objeto interactuando con otro objeto. Ignorándose mutuamente en realidad. Para un hombre la percepción es sensación y cognición, para ella solo era  cognición.
–L no tiene rango para tener una cita con un Thaumasios, usted o yo presentaremos ese informe a Herakón —dijo Nimis.
L, miro a Ahelios y a Nimis, y sintió ese segundo, que él estaba en un lugar muy remoto de ellos, en un lugar muy ajeno al mundo concreto, ahí aparecieron unas palabras, un bucle en su mente lo saco del espacio tiempo, se escribía sola una carta que no tenía a quien enviar:

Tus ojos son severos,
Son una puerta entreabierta que nunca he cruzado
Por temor, quizás...
He dibujado en tantos papelitos tus ojos que….

Ahelios —dijo L interrumpiéndose sí mismo—, muchas veces me habló de su enfermedad atávica, yo nunca la he sentido y en general detesto que mis razones sean importunadas por sentimientos, pero…—y se detuvo avergonzado.
–Aunque está prohibido, todos enfermamos de ella alguna vez, la mía nunca me deja —dijo Ahelios recordándola y frenándose al recordarla.
–Explíqueme de nuevo esa sensación —dijo a su íntimo superior   L.
–En mí es una enfermedad sin cura, pero si acaso tú enfermas podré aconsejarte como hallar curación química. La meta-corporación permite la reproducción pero no el amor, si no neutralizas la enfermedad atávica con fármacos, te permitirán sentirla pero no expresarla. Solo los guerreros pueden hacerlo y formar pares de eromenois  entre ellos, por ser esto útil a sus obligaciones. Pero está absolutamente prohibido entre técnicos y nunca es posible entre castas subalternas —dijo Ahelios sospechando algo en su pupilo. 
– ¿Pero cómo reconocer esa enfermedad atávica? —preguntó L a su superior.
– ¿Cómo entenderlo? —Dijo Ahelios—. Es una premura, una urgencia sin objetivo, una ansiedad vacía, una melancolía que dura y no se explica, un sabor de que le falta algo al tiempo. El anhelo de una ternura que no está en ningún lado, pero que siempre me hace falta. Eso es en mí la enfermedad atávica— concluyo Ahelios.
     L, lo escuchó y por primera vez lo entendió. Un nítido significado apareció en esas palabras. El amor es un vacío que se quiere llenar. Esa tarde empezó sentir lo que sentía su amigo y protector. Algo que no lo dejaría nunca y que reenfocaría cada parte y propósito de su breve vida.



[1] El amor o el enamoramiento.
[2] Eran especies invisibles a las 4 dimensiones humanas, sus cuerpos se movían en las 16 dimensiones de la realidad, eran masivos entes que sólo de vez en cuando  interceptaban nuestro mundo, por fracciones de un instante. Aún así, toda esa multitud de raros seres vivos era parte de este único y cerrado universo que moriría.
[3]   La pluralidad no se debe postular sin necesidad.

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