Muy, muy lejos
de ahí…
Pocos eventos tienen tal
grado de brutalidad que las guerras entre meta-corporaciones y el botín por el
que se matan y devoran unas a otras, es el más mísero por el que se haya
peleado una guerra antes: el polvo, los inertes restos de la materia, o uno que
otro fragmento de planeta. Se explota en ellos las últimas moléculas con
energía aprovechable, últimas y escasas fuentes de anti-entropía[1],
en un cada vez más entrópico cosmos.
Es que nada vale más que el orden en un universo de caos, pues la
entropía es muerte y anti-entropía es vida. La anti-entropía es el combustible
último y para apropiarse de ella ningún acto de crueldad es demasiado.
En esta ocasión la meta-corporación local se apresura a invadir y
acabar a su vecina, hace pocos días su aliada.
La meta-corporación atacada se asentaba en un cúmulo de astros
opacos, en un conglomerado negro de pedazos de lo que una vez fue una galaxia y
ahora eran sólo fragmentos helados y carcomidos, poblados de una raquítica
civilización humana.
Unos segundos antes del ataque con el micro-big-bang, un helado y
calmado panorama, en el que se mezclan esos escombros, como una polvareda
sutil, mezclándose sobre sí misma. De repente, las armas meta-dimensionales de
la meta-corporación atacante inician su ofensiva.
Se abre un punto de singularidad en medio del espacio; con
previsión, hordas de gigantes guerreros habían sembrado este punto de
inestabilidad espacio-temporal por entre aquel cúmulo galáctico. Ahora este se
abría entre los planetas, quebrando violentamente el equilibrio gravitatorio de
esos mundos, torciendo el tiempo hasta romperlo y dispersarlo, y con él, los
miles de poblaciones. La meta-corporación atacada se percató inmediatamente del
ataque, pero su respuesta fue demasiado tardía, aun así, inició un desordenado
contraataque desde sus miles de planetas y astros artificiales. Rompieron las
alarmas y se lanzaron a la defensa millones de tropas y naves, mientras el
espacio mismo se partía a su alrededor. Después de unos mili-segundos de
iniciado el ataque, el punto de singularidad curvó el espacio-tiempo de forma
tan grave que creó zonas en las que la temperatura aumentó miles de millones de
grados. Temperaturas casi imposibles que produjeron una altísima densidad,
semejante a la del parto inicial del cosmos. Un microscópico big bang se
encendía.
En ese punto se inició entonces una impresionante y brutal
expansión, destrozando todo lo que gobernaba la meta-corporación atacada. El
tiempo ya no corrió ni atrás ni a delante sino perpendicularmente: tiempo
imaginario…Las fracturas fueron tan salvajes que los electrones fueron
arrancados de sus átomos y después estos se despedazaron en partículas todavía
más elementales y simples.
Un segundo estallido despedazó esas partículas elementales en otros
componentes aún más esenciales, perdiendo en su fragmentación cualquier
propiedad conocida del ser. Sus fragmentos eran tan nimios y raros, que no
poseían extensión, forma o duración.
Tres milisegundos después, el tiempo se reencauso, los átomos se
recompusieron y las fuerzas de la meta-corporación atacante avanzaron a ocupar
el cúmulo ya despedazado.
Pero era tan grande aquel cúmulo de restos galácticos, que en sus
extremos algunas fuerzas de la meta-corporación vecina lograron sobrevivir y
empezaron a viajar violentamente a defenderse. Pero el espacio, como en un
remolino desordenado, seguía aún curvándose torvamente, despedazando esas
fuerzas de defensa, desparramándolas no sólo a distintos puntos del espacio,
sino del tiempo.
El estado de la materia ya era estable y aparecieron numerosos
contingentes de tumultuosos guerreros de la meta-corporación atacante. Uno de
entre esos millones de férreos y anónimos asesinos era M, gigantesco, mortal,
pero a la vez inocente y limpio. Desmesurado, pero prístino. Su labor, como la
de los demás, era destruir por medios más convencionales lo que hubiese
sobrevivido al ataque meta-dimensional, pero además M tenía un encargo
secundario: recuperar los archivos científicos de ciertos centros. A su lado su
compañero, Ayazx, un formidable e
impetuoso guerrero, lo apoyaría en esa búsqueda.
M, Ayazx, Fratedes (un viejo guerrero tuerto), Wille (el más pequeño de todos), el
triste Gerontes y hordas de otros
miles de gigantes se repartieron los mundos sobrevivientes. A esos vértigos se
arrojaron sin titubear, pareciendo no solo odiar la vida que en ella aún había,
sino depreciar las suyas propias. Inyectados de frenesí violento, eran ciegos a
la muerte que llevaban y a las que les traían. Pronto cientos de contingentes y
naves chocaron entre sí, y así se despedazaron las fuerzas de las dos
meta-corporaciones, reventándose y fulminándose casi en su totalidad. Esto no
preocupó a la meta-corporación atacante, incluso los cadáveres de sus propios
gigantes serían útiles como anti-entropía después, por lo que no se escatimaron
vidas y la muerte del 94% de sus guerreros no fue considerada una pérdida
significativa, valían casi lo mismo vivos o muertos.
Cuando superioridad
numérica y técnica la meta-corporación local logró ganar la batalla, M, Ayazx, Fratedes, y otros miles de guerreros descendieron como leones a los
pocos planetas o estaciones aún ocupados, a terminar con técnicas primitivas lo
que se inició con las técnicas más modernas de muerte. La más antigua forma de
asesinato, el enfrentamiento cuerpo a cuerpo, persona contra persona, empezó.
Esto duró varios días de frenesí sangriento. Bajo los toscos
músculos de los guerreros, resbaló la sangre de los hombres de la
meta-corporación derrotada y un linaje humano más desapareció del cosmos para
poder dar vida a otro.
La muerte fue, como siempre ha sido, el alimento de la vida.
Finalmente, bajo los poderosos brazos del descomunal e indolente Ayazx murió el último ciudadano de la
meta-corporación vencida.
El cuerpo de M quedo también rojo de sangre, entonces los dos guerreros
se separan del grupo central. Los ojos de Ayazx,
desorbitados de euforia, buscaban, junto a los agazapados y serenos de M en los
ahora vacíos recintos científicos. Buscaban los archivos de una nebulosa
investigación.
Después de buscar inútilmente en las instalaciones superiores, se
internaron por un angosto corredor que bajaba en un aguzado declive. Cubierto
por miles y miles de toneladas de construcciones derrumbadas, hallaron un
laboratorio de pruebas para una bomba meta-dimensional, la meta-corporación
vencida había estado a pocos días de lograr hacer un nano-big-bang, quizás
otras lo estaban ahora, había un monstruoso complejo de líneas de montaje
colmado de un hedor ácido.
Ese humor de muerte
emanaba de miles de cadáveres de gigantes, esclavos prisioneros, seres humanos
capturados de diversas meta-corporaciones, una buena parte de ellos de la
meta-corporación a la que pertenecían Ayazx
y M.
Habían sido explotados por años en esas instalaciones y asesinados
en el mismo instante en que fue atacada la meta-corporación vencida, en los
patéticos cuerpos de los cadáveres se veían las huellas de la minuciosa
violencia, tortura y hambre que habían vivido sin pausa, en aquel infernal
hueco. La belleza natural de los guerreros, hombres congénitamente corpulentos
y grandes, se encogía y arrugaba en los cuerpos ruinosos de esos cadáveres,
dimensiones de las que solo hablaban los huesos aún pesados y macizos, que se
notaban bajo las azuladas y pobres carnes. M y Ayazx avanzaron pegados uno al otro entre ese horror sin perder ni
mínimamente su serenidad. M, aunque joven, era incapaz de temer o perder su
calma aún en las más horribles circunstancias y jamás había perdido la
serenidad o el control. Ayazx era
feliz en la violencia, aunque jamás estaba sereno, se abría camino pateando a
los tristes muertos y se alegraba en él, una maldad de ver su miseria.
Por fin, en el
laboratorio más profundo de armas meta-dimensionales, hallaron los archivos de
trabajo buscados entre científicos muertos. Un informe sobre animales
meta-dimensionales que les encomendaron buscar. Contenían una terrible verdad.
Lejos de ellos y
aprovechando los rasgamientos del espacio y el tiempo, grandes cuerpos artificiales
de la meta-corporación vencedora, cargados de equipos de colonización y de
científicos, se instalaron en el clúster de restos galácticos. La explotación
de esta región debía empezar de inmediato.
Con los años esta nueva colonia maduraría y quedaría borrada toda
memoria de lo que fue la vida y esperanzas de los millones de consciencias que
poblaron la meta-corporación derrotada. Nadie los recordaría ya más.
[1] La
anti-entropía es orden y también energía utilizable. La entropía es la energía
que ya no puede usarse.
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