Un trillón de trillones de años después…
Así se
estudió esos mundos formados de anti-átomos y en ellos se descubrió y exploró
la anti-bioquímica de la anti-vida.
Toda
una nueva química y una nueva tabla periódica con diferentes propiedades
surgían de los anti-átomos. Dos anti-hidrógenos y un anti-oxígeno no formaban
espontáneamente una anti-agua, como ingenuamente se podría pensar, sino una
serie de distintas sustancias.
Se
establecieron colonias de planetas de antimateria en nuestro universo; en ellas
raras cosas se estudiaban.
Se descubrió en estos mundos vida inteligente y
se lograron las primeras comunicaciones con las civilizaciones de antimateria y
con sus máquinas. Estas conversaciones y estudios precedieron a las guerras y a
la extinción de la vida en la antimateria. Una vez más triunfó la poderosa
humanidad, con sus tecnologías de animales meta-dimensionales usadas en sus
máquinas bélicas. Una raza guerrera, cuyas sombras son esos gigantes de piedra,
se forjó en esos fuegos.
Con el
tiempo el universo se pobló de estos seres multidimensionales y al igual que
los robots ya habían hecho adquirieron inteligencia, filosofía y
meta-filosofía, y construyeron sus propias civilizaciones, imposibles de
controlar por el ser humano.
Así,
nuestros antepasados quedaron confinados en las cuatro dimensiones humanas y la
civilización meta-dimensional artificial fue evolucionando en las demás, aunque
interceptando la nuestra, del modo que un cubo intersecta un plano, su mundo
interceptaba y saturaba nuestro delgado universo. Un largo período de comercio
e intercambio con esa civilización precedió la pérdida total de control de los
humanos en sus criaturas.
Las
últimas civilizaciones formaron sistemas de planetas artificiales con la poca
materia restante del cosmos y se entabló una lucha titánica entre esos mundos
para apoderarse de las minucias de materia y energía que restaba. De esta
manera, una enorme raza humana fue forjada.
La
humanidad construyó una generación nueva de animales artificiales, pero no los
dotó de consciencia. Evitaron su independencia, como había ocurrido con la
antigua generación. Eran nuevos animales multidimensionales con una enorme
capacidad cognitiva, pero sin voluntad.
Su
contenido de información era variado y una selección artificial ocurrió entre
ellos. Una secreta guerra invisible entre ellos ocurrió; batallas que ocurrían
en las 11 dimensiones de la realidad, pero subordinadas a las cuatro humanas.
Muchas civilizaciones cometieron el error de darles poder político. Pronto
surgieron problemas en su control: Intentaron grabarles la orden de no dañar a
los hombres, pero éstos, al tener millones de palabras y definiciones para
hombre, no pudieron obedecer.
Otros
animales multidimensionales consideraban que no había diferencias sustanciales
entre humanos y máquinas y que el material del que estaban hechos no era razón
para distinguirlos.
De este modo castigaron poblaciones enteras por
“matar” máquinas.
Otros sí tomaron en
cuenta el material del que estamos hechos los humanos y se hicieron gobernar
por vísceras y por tejidos.
Otros
entendieron que la vida y la materia tampoco eran distinguibles y preservaron
planetas vacíos y polvo, y los defendieron con ferocidad. Algunos entendieron
cómo surgía la consciencia en los hombres y en las máquinas orgánicas y cómo no
surgía en las mecánicas y con ese conocimiento hizo surgir la consciencia en
las máquinas y en ellos mismos, crearon los primeros androides-qualia. También
hicieron máquinas orgánicas sin consciencia, hombres sin yo, cuidaron
generaciones y generaciones de hombres sin vida o yo interior, poblaron
millones de planetas con estos zombis. Era imposible reconocerlos y
distinguirlos de nosotros. Siglos después, de ellos evolucionarían los Zombis
Hekantokeinos, que a su vez crearon una meta-corporación a su servicio.
El Emisario frenó su relato, tomando aliento
para seguir, yo miré su sensible mirada, conmovida como si ella hubiese mirado
y grabado todos esos incidentes terribles del cosmos. Ese terrible universo que
se había quedado en la oscuridad de sus ojos. Me miró como tratando de perdonar
la incomprensión que se dibujaba en mi rostro, pero prosiguió: pero millones de
años después…
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