En otro lugar del
espacio-tiempo…
—Disculpe, venerable
Herakón, ¿Qué evidencia hay de que en realidad existan otras dimensiones? —preguntó
la Androide Nimis—. No hay ninguna experiencia sensorial de ellas.
—Pero ¿Qué sabe Ud. de
sensaciones? Las sensaciones no sirven de nada, solo la inteligencia que les
dimos sirve —dijo amargo Herakón que deseaba fracasara el experimento en el que
se había extenuado trabajando—, por otro lado, no hace falta que Ud. sepa, sólo
que los señores de la meta-corporación lo sepan, sólo te lo explicaré para que
en adelante nos sirvas mejor.
—De no haberlas, este
experimento es en realidad un simulacro y todos moriremos —dijo Nimis.
Herakón la miró con indiferencia, sabía que Nimis
podía leer en las micro-gestualidades humanas información que los humanos
trataban de disimular, así que se mantuvo inexpresivo.
—Todos menos Ud. Ud, ya
está muerta. Pero ¿Qué hay de malo en la muerte? —dijo el hastiado anciano al
cabo de unos segundos—. Sólo un primitivo instinto nos hace temer a la muerte,
la muerte sólo es no sentir, es volver al estado de antes de nacer. Sin
sensación desaparece la consciencia. Pasar a ser nada, y ojalá que en lugar del
mundo hubiese nada y no estuviese saturado de torpes y sórdidos seres como Ud. Si
tuviese el poder de los Zombis Hekantokeinos, dedicaría la energía remanente a
la aniquilación de la humanidad; sólo error y caos hay en este mundo de maldad,
un cosmos saturado de irracionales animales es muy cierto, el mundo es como un
barco de locos, que cruzan el mundo con fines sórdidos y oscuros, y esclavos de
sus sensaciones, dedicados a fines egoístas y oscuros, un universo al revés
saturado de una humanidad infame…Pero te lo explicaré, solo porque Ud. está a
salvo de ser humana.
La androide Nimis se
aprestó a escuchar la explicación.
—¿Recuerda las arcaicas
teorías de relatividad y de quántica antes del surgimiento de la
meta-filosofía? —preguntó el desganado anciano.
—Sí— dijo la androide Nimis—, por cientos de años se trató
infructuosamente de unirlas en una sola teoría.
—Explícalas —ordenó
Herakón.
—La relatividad suponía
que el mundo era geometría y la cuántica que el mundo era probabilidad —dijo Nimis—, trataron inútilmente de unirlas,
pero fue imposible; al unirlas, de las ecuaciones daban cantidades infinitas, una
magnitud imposible en el mundo real. Por ello ese resultado era irreal y sin
sentido.
—¿Por qué imposible? —preguntó Herakón algo irónico.
—Si hubiese alguna magnitud infinita en la naturaleza, esta
ocuparía todo el universo y eso es falso. Incluso no habría espacio en él para
el infinito.
—Dado que el universo no
está colmado, no existen los infinitos ¿Verdad? —dijo Herakón jugando con Nimis—.
¡Qué tosco mecanismo!, ¡qué primitivo artefacto! —dijo Herakón, pero luego su voz se volvió lenta e íntima—. Pero nosotros
también somos torpes mecanismos, artefactos con un fin surgido de un accidente
evolutivo sin sentido y con una razón de ser aún más absurda que la suya, fuimos
diseñados únicamente para hacer persistir una inerte molécula, incapaces de
hacer otra cosa, incapaces de entender o ver el mundo sino a través de esa tarea.
No como realmente es. Somos ciegas máquinas químicas y no servimos realmente a
nada —agregó Herakón más asqueado de
sí mismo que de Nimis—, pero pronto
los humanos dejaremos de infectar el cosmos…—dijo Herakón casi conmovido misericordiosamente por la humanidad.
—Escuche —prosiguió
retomando el tema—, imagine que somos puntos y vivimos en una línea, y está en
un plano. Como sólo podemos ir a derecha o izquierda no habría forma empírica
de ver la bi-dimensionalidad de ese plano —agregó Herakón.
—Sí —dijo Nimis—, entiendo.
—Escucha —ordenó Herakón—. ¿El plano dónde está esa línea
es finito?
—Sí —respondió Nimis.
—Pero ¿cuántas líneas
caben en ese plano?
—Infinitas —respondió Nimis.
—¿Era tan difícil de
entender? —dijo Herakón impaciente—.
Si los científicos de ese mundo lineal tuviesen una teoría acertada de lo que
es el mundo, encontrarían infinitos ¿No?
La androide Nimis en ese momento lo entendió.
—Así es —dijo Herakón más tranquilo—, nosotros vivimos
atrapados en un mundo de cuatro dimensiones. Al unir las primitivas teorías de
relatividad y cuántica en la meta-filosofía, se revelo la multidimensionalidad
del ser, surgieron infinitos, por eso se asumió que esa teoría era un error.
Eran infinitos solo en nuestras cuatro dimensiones, pero finito en las 11
dimensiones del mundo real.
—Comprendo —dijo Nimis y notó también que los argumentos
de Herakón eran en realidad ajenos,
ya había hace un tiempo examinado las teorías del nuevo Thaumasios L que hablaba de esas cosas, pero calló. Herakón aún montaba sin que nadie le
creyese, su espectáculo de inteligencia absoluta, y algo en él mismo iba
sospechando el embuste.
—Ahora vete. Ya sabes
nuestra evidencia meta-filosófica sobre la existencia real del otro universo.
Nimis se alejó
humildemente. Herakón se quedó
encerrado en su ceguera rumiando largas y lentas consideraciones.
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