http://cifiperu.blogspot.com/2010/12/thecnetos-luis-arbaiza.html
Cuando se accede al texto, no se puede dejar de pensar en la tremenda repercusión que habría obtenido Thecnetos de haberse publicado en otro contexto. Y es que estamos ante una de esas novelas que marcan un hito en el panorama de la ciencia ficción, entendida como género literario y como literatura de ideas.
Por que no hay página de Thecnetos que no esté llena de ideas, ideas que cuestionan tanto nuestra visión de lo que es el universo físico como la del universo propiamente humano. Thecnetos es una reflexión en torno a temas como el fin de la materia y del tiempo, las diferencias y similitudes entre lo natural y lo artificial, la existencia de universos dentro de universos, la progresión y los límites al conocimiento y a la experiencia humana; y respecto a lo que en última instancia motiva a los seres humanos a seguir existiendo, ya sea la búsqueda de conocimiento, de poder o de amor. Cabe destacar que el amor recibe en Thecnetos un tratamiento bastante original, que con seguridad podría desatar las furias femeninas: en el futuro imaginado (¿o previsto?) en Thecnetos, cuando el mismo tiempo comienza a oscurecer (sí, Luis Arbaiza maneja una prosa muy poética), la humanidad ha decidido prescindir del cromosoma X. Al haberse logrado un sistema infalible que garantiza la reproducción humana sin los riesgos que acarrea la maternidad, los úteros ya no son necesarios. Nos encontramos entonces en un universo poblado tan sólo por hombres, que comparten la condición de ser todos científicos, filósofos y feroces guerreros, muy similares a los espartanos de 300, un mundo de varones cuyas relaciones afectivas giran en torno a los términos erastes y eromenos. Quienes, por inevitable atavismo genético, sólo pueden sentir amor por desaparecido género femenino, están condenados a una amarga soledad y a languidecer deseando lo imposible. Por lo demás, la sociedad en la que se enmarca la acción de Thecnetos es una sociedad muy dada a la violencia, aunque esta violencia se ejerce en base a unos criterios filosóficos bastante polémicos.
Además de los inevitables conflictos que se dan entre las corporaciones, las unidades económico-sociales en las que se basa la sociedad humana en Thecnetos, esta última humanidad (parafraseando a Olaf Stapledon) se enfrenta a otro problema. Los hombres del futuro son conscientes de que el universo en el cual transcurren sus existencias está llegando a su ocaso. No se trata del fin de un mundo, o de un sistema, o de una galaxia, sino del Universo entero. La particular filosofía desarrollada durante milenios les sirve para asumir con dignidad (y algo de indiferencia) este final, puesto que, conforme a su manera de pensar, la existencia no tiene por qué ser superior a la no existencia, y por lo tanto, existir o no existir son condiciones contingentes. Sin embargo, siempre hay un inconforme, en este caso, un técnico que postula la posibilidad de escapar de nuestro moribundo universo a otro situado una dimensión más arriba. La forma en que podría realizarse dicho escape y la transformación que se produciría en la estructura humana (cuerpo y mente) nos revela a un autor que se maneja a sus anchas tanto en ciencias biológicas como en las matemáticas y la filosofía, dotando así a la novela de una visión del universo inusitada, y a veces escalofriante. Contra la apatía manifiesta de la mayor parte de la humanidad, se destinan recursos para la investigación de esta propuesta de supervivencia.
Paralelamente a este período temporal en el cual la humanidad canaliza todos sus esfuerzos para la supervivencia, se nos narra otro período temporal (o a-temporal) en el que somos testigos privilegiados de la relación imposible entre un inescrutable emisario del fin del tiempo – un enviado del Thecnetos, el artefacto final que abarca toda la experiencia del universo, fuera del tiempo y del espacio - y un desconcertado Último Hombre del Universo, que además debe su existencia al hecho de haber sido resucitado sin otro propósito aparente que no sea el deambular sobre una vasta planicie sin fin – al universo del futuro no puede atribuírsele otro color que el gris y sus gradaciones - , según lo dispuesto por el Thecnetos y su enviado. ¿Para qué ha vuelto a una existencia vacía, en un universo que ha cesado de existir? La respuesta a ésta y otras interrogantes son de lo más sorprendente, y otorgan un atisbo de esperanza entre las inmisericordes revelaciones de lo que parece depararnos el futuro, según las especulaciones científicas más recientes.
Aunque ambas tramas podrían parecer independientes o apenas relacionadas, hacia el final se revela el vínculo entre ambas, suscitando en el lector la reflexión respecto a si el fin y el principio del universo tienen su origen en la misma desesperada búsqueda de aquello que nos complementa.
Daniel Salvo
martes, 12 de abril de 2011
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